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Autor de libros como "Inmigración y universidad : prejuicios racistas y valores solidarios" o "Inmigración y racismo : así sienten los jóvenes del siglo XXI", el catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid apunta las claves para conocer de cerca el fenómeno de la inmigración y la actitud de los jóvenes hoy en día.

¿La inmigración forma parte de la globalización?

La historia de la civilización es la historia de las migraciones y España tiene una larga tradición de emigrantes: 5 millones de españoles se fueron en barco a América entre 1850 y 1950, medio millón lo hizo después de la Guerra Civil y 3 millones se fueron a países ricos en los 60 y 70 a hacer lo mismo que hacen hoy los extranjeros aquí. Debemos recordar que hemos sido pobres y es cínico e inmoral que no se reconozca el pasado emigrante de España.

¿Las razones de las migraciones han cambiado?

Son dos, fundamentalmente. Uno es el desorden económico mundial, el desequilibrio en la riqueza, donde un 20% de países acapara el 80% de la riqueza, y la gente de países pobres gana aquí en un día lo que en su país haría en un mes o dos. El único efecto llamada es la economía, por encima de leyes o regularizaciones de extranjeros. El otro factor es el desequilibrio demográfico. Los países ricos están faltos de jóvenes y necesitan recursos humanos de los países pobres.

Usted lleva años estudiando a los jóvenes, ¿qué actitud adoptan ante la inmigración?

En general, los jóvenes no son más racistas que la población adulta. Sólo son más bocazas, dicen lo que sienten, cuando los mayores se lo callan por no ser políticamente incorrectos, y en determinados aspectos presentan niveles altos de racismo o xenofobia.

¿En qué aspectos?

La mayoría de los adolescentes, más del 50%, presenta actitudes abiertas a otros pueblos y culturas, pero ante ciertas percepciones de la inmigración más de un 40% tiene actitudes prejuiciosas, como que quitan el trabajo, crean inseguridad o aumenta la violencia. Entre el 30 y el 40% echaría de España a algunos extranjeros.

¿Cuáles son los grupos de mayor rechazo?

Los mismos que en los adultos. Los primeros son los marroquíes o magrebíes, seguidos de la población gitana, indios, negros latinoamericanos, negros africanos, asiáticos y europeos, con la excepción de rumanos, que se situarían en tercera posición. El color no es tan determinante como la nacionalidad o la religión. Después del 11-S aumenta el racismo hacia los inmigrantes. Sin embargo, después del 11-M, en 2004, no crece la xenofobia, sino que incluso decrece, porque hubo una reacción modélica de los partidos políticos, de las comunidades autónomas, de las comunidades islámicas, por separar el islam y la inmigración del terrorismo, y esto no pasó en el 11-S.

¿Hay diferencias entre los prejuicios de los jóvenes por comunidades autónomas?

Los prejuicios no dependen tanto de ser valenciano o extremeño, el género es más determinante -los hombres son más agresivos y las mujeres, más generosas-, como la edad o la escuela pública o privada. En algunas variables, los escolares de la Comunidad Valenciana pueden tener un porcentaje más alto que la media, pero también tienen una presencia mucho mayor de inmigrantes en su comunidad.

¿Esa mayor presencia no se traduce en mayor convivencia?

Coexisten las dos cosas, la convivencia y la valoración de la cultura del otro, pero también el roce y el rechazo. La convivencia es difícil pero no imposible y el nivel de convivencia en España es bueno, aun con estos niveles de intolerancia. No obstante, no hay una correspondencia matemática entre el aumento de la inmigración y el del racismo. El índice de racismo estudiado se ha multiplicado por 4 desde 1986 hasta 2009, incluso a veces ha decrecido, mientras que la población inmigrante se ha multiplicado por 29 en ese periodo.

¿La educación pública o privada influye en los prejuicios?

No es determinante, pero sí influye, aunque se puede deber más a la clase social de los padres, a la ideología política o religiosa. En la escuela pública hay niveles de mayor apertura y otros más cerrados porque conviven más con ellos. No obstante, hay dos medios extraordinarios para luchar contra el racismo y la intolerancia: la educación y los medios de comunicación para transmitir valores de hospitalidad y convivencia. La familia es el principal factor de prejuicios pero ya que no podemos intervenir en cada una, hagámoslo en el ámbito educativo y en el de los medios de comunicación.