¿Un artista siempre está en crisis?

Siempre, porque se plantea retos y trabaja con la duda de saber si su obra gustará o no. Pero los retos y las preguntas se han de plantear cada día. El reto consiste en emocionarse con el trabajo, aunque sepas que pintar es lo único que sabes hacer o lo único que quieres hacer. Por eso yo necesito venir cada mañana al estudio y activarme.

¿Cómo se busca frente a un lienzo en blanco?

Haciéndote preguntas y siendo consciente de que desconoces cómo será el futuro. No creo en la imagen del pintor maldito. En lo único que creo es en coger energía, continuar trabajando y hacerlo simplemente por uno mismo. La queja no existe. La queja es el trabajo y estar en tu sitio.

¿Qué lleva a elegir una idea?

Motivaciones personales. Un proyecto, ante todo, ha de animarte y ante él nunca debes pensar en debes y haberes, y mucho menos en dinero.

Para muchos, cada uno de sus cuadros es un cuento.¿Pintar es escribir?

Sí. No hay tanta diferencia porque mi obra tiene un discurso. El arte es como la literatura y, en mi caso, tiene un guión. Soy buena lectora y de hecho los títulos de mis obras están sacados de la literatura. La pintura tiene un discurso literario.

¿Y su guión de qué habla?

Del contacto con la gente. Es como cuando miras hacia atrás y ves que de los fallos salen aciertos. En mi caso sólo puedo decir que hay cuadros que puede que me gusten más que otros, pero también que no existe ninguna obra que haya salido de mi estudio que no quiera.

Su obra han sido siempre series. Y nunca ha habido una vuelta atrás. Más bien cambios drásticos ¿Cada etapa es un capítulo cerrado y mejor olvidarlo?

Mi carrera está estructurada así, pero hay un hilo conductor. Cuando uno conoce la fórmula se cansa. Cuando el ojo y la mirada se acostumbran hay que renunciar. Se debe trabajar pensando en uno mismo.

¿Nunca en el espectador?

El trabajo del artista es así de egoísta. Un verdadero artista ha de pensar por y para él. Por eso es un halago saber que tu trabajo puede hacer pensar a otros.

¿Y cuando se descubre a alguien observando uno de sus obras qué piensa?

Sientes vergüenza y todavía persisten las dudas, pero también es un halago. Se piensa que la mirada será diferente. Te preguntas qué estará pensando o lo que podría decirte. Seguramente, siempre daría otro punto de vista porque todo forma parte del subconsciente de cada uno. Por ello, cuando velo los ojos significa cubrir el mundo, la muerte, la inocencia...es la continuidad de muchas cosas.

¿La manipulación de fotografías antiguas en su obra es una forma de redescubrir el pasado o de hacer memoria?

Puede que exista un punto de mirada al pasado, de memoria, pero realmente estoy hablando de otras cosas. Los temas se repiten aunque cambie el contexto. La vida sigue girando en torno a la familia y a determinados actos sociales. Pero, desde el momento en que cojo una fotografía pequeña y la amplío a un tamaño de dos metros le estoy dando otra dimensión y mi propio criterio, la estoy llevando a otra categoría, y al personaje lo estoy descontextualizando. En pintura, por ejemplo, siempre estamos hablando de paisaje, retrato y bodegón. Sólo cambia la forma de usarlo para poder contar tu propia historia.

¿Qué es para usted el fetichismo, tan presente en su trabajo?

Amor por la vida y por los objetos.

¿Y a qué conduce el voyeurismo de sus cajas en las que obliga al espectador a mirar a través de una mirilla?

Todos somos voyeur aunque unos sean más pulidos que otros. El voyeur no es el que mira la televisión todo los días. La mirada es el reflejo de lo que sucede a un alrededor. El sadismo, por ejemplo, no es más que reflejo de la propia realidad. Mi obra se nutre de la noticia y de los periódicos y las noticias del día a día suelen ser duras.

¿Y la realidad que observa qué le dice?

Que la vida es fuerte pero también maravillosa. Por eso hay que defenderse y defender nuestros derechos. Y ahí ya entraríamos en temas de ideología y la mía es la lucha. Durante los últimos años he estado trabajando en temas relacionados con la violencia infantil. Y es porque me preocupa la educación de los niños, que estén bien cuidados porque ellos son lo más importante de la vida y los que hacen que la historia continúe.

¿Qué es lo último que la ha fascinado?

Recorrer los mismos museos que visité con veinte años. Las pequeñas cosas son las que fascinan. Y me conformo con conocer a la gente, que ya es difícil. La pintura son vivencias y observaciones. Pero no es un psicoanálisis. Lo único que busco es comunicarme y eso implica que a veces te guste lo que haces y otras no. Por eso es importante el diálogo con otras personas en torno a tu obra y los proyectos compartidos, aunque el artista sea un ser solitario .

¿El mundo del arte es egoísta?

Siempre ha tenido un debe y un haber y nunca ha existido un big bang. Ha habido momentos más o menos fluidos y también le influye lo que le sucede al resto de la sociedad. Por eso creo que nuestro papel es aportar cierta energía. El artista no piensa en ser millonario sino sólo en ir a contracorriente. Yo no trabajo para exponer sino con una idea de globalidad, por eso me gusta probar en otros proyectos como la ilustración de revistas y libros o ahora con el cine. Esos detalles permiten tener otra perspectiva.

¿Por qué es tan complicado verla exponer en Valencia de forma regular?

Hacer una exposición es un esfuerzo y no me gusta salir con retales, sino con productos.

¿Hay mucho retal suelto?

Hay muchos artistas y pocos creadores capaces de hacer un mundo personal. Hay muchos escritores y directores, pero no todos son capaces de contar lo que te interesa. Hay que ser un poco rebelde con causa. Y el secreto es cambiar de hoja con ideas propias.

¿Qué es lo mejor de un estudio?

La soledad. Las colaboraciones tienen que ser muy discretas, como las amistades, pero que no sean peligrosos. Por eso me considero una solitaria.