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Recibir en herencia un Picasso de la época azul y que sea falso puede provocar un buen disgusto. Eso le ocurrió a una familia que ante la duda recurrió a Actio, una empresa impulsada por la Universidad Politécnica de Cataluña que analizó con láser el óleo y dictaminó que no era auténtico.

Luchar contra las atribuciones erróneas o ayudar a determinar la fecha en la que un cuadro fue pintado (veinte años arriba o abajo) sin que la obra resulte dañada es el trabajo que realiza este equipo de ingenieros de la UPC, que ahora lo ofrecerá profesionalmente a través de Actio.

Por los laboratorios de la UPC han pasado cerca de 300 cuadros, entre ellos un Tiziano, algún Tiépolo y mucha obra goyesca, alguna de ella original, otra atribuida y otra con firma falsa, ejecutada sin pudor años después de la muerte del pintor.

Goya generó una corriente pictórica seguida por muchos artistas españoles que usaron sus grabados para convertirlos en óleos. Es el caso de cuadros de Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870) o su primer discípulo, el valenciano Asensio Julià (1760-1832), principal aspirante desde hace unos meses a la autoría del Coloso.

Los técnicos de la UPC destacan que algunos marchantes han llegado a utilizar este parecido para atribuir esas obras a Goya y otros, con menos escrúpulos, optaron directamente por firmarlos con la rúbrica del genio de Fuendetodos. Esta circunstancia ya salió a la palestra durante el debate sobre la nueva atribución del Coloso a Julià. Esta problema también ha afectado a pintores como Sorolla, según los expertos.

Actio cubre la demanda de un sector (galeristas, anticuarios, museos y fundaciones) que reclama un método objetivo y no dañino para las pinturas que aumente las garantías de autenticidad en las transacciones de arte.