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¿Se acuerdan de Javier Tomás? El caso del diputado del PP que en la última legislatura se pasó a Coalición Valenciana es el punto de partida de Proa a Isla Tortuga, la primera novela del guionista de televisión y periodista Josep Vicent Miralles (Xàbia, 1979). Hasta aquí, la realidad, el resto es ficción, "una hipótesis pesimista de lo que podría haber habido" detrás de esta operación, explica el autor. Y el resto es una novela negra, con la corrupción política de trasfondo, la ciudad de Valencia como escenario y un periodista en horas bajas como protagonista, con todos los rasgos clásicos del arquetipo. Un perdedor de raza, un pequeño buscavidas que se encuentra de pronto en el centro de la "mayor conspiración política valenciana".

El eje de la trama es el secuestro del tránsfuga después de anunciar que va a revelar datos trascendentales sobre la corrupción urbanística. Alrededor de ello, lugares, medios de comunicación y personajes que suenan cercanos: un cardenal con ansias de alargar su mano en la política, un constructor que mueve los hilos desde el fondo, un director de radio que añora la esclavitud siempre dispuesto a sacar tajada, un comisario curtido en los modales del franquismo, un barbero en crisis existencial con tendencia a la filosofía, prostitutas con denominación de origen y sin papeles, sicarios homosexuales, un pelotari farlopero, periodistas de variado pelaje... Todo aderezado con sangre, sexo, un ritmo veloz, humor y una técnica narrativa contemporánea (escenas que se mezclan sin previo aviso al lector).

Con tal tropa y tales mimbres es inevitable no pensar en Ferran Torrent. Miralles se reconoce más en los libros del valenciano (mamados desde el instituto) que en la frialdad sueca de Stieg Larsson y admite modelos compartidos con aquel, esos perdedores a los que "sólo les queda recoger las migas que caen de la mesa".

El autor ganó en junio pasado una beca de 3.000 euros de la asociación El Piló de Burjassot para desarrollar esta novela, así que mientras redactaba su forma definitiva en los periódicos se iba desgranando la trama Gürtel, que llega a aludir, de pasada, en el texto. Una prueba más, dice, de que "la realidad siempre te supera. Ni en la noche más inspirada hubiera podido imaginar un personaje como el Bigotes".

La novela, que publicó primero L'Oronella en valenciano no normativo, se presenta ahora en castellano (Izmir) con una tirada reducida, con el objetivo de ver su impacto en el público e intentar su venta a una editorial española de las grandes. "Es una obra muy valentina, es verdad, pero los hechos podrían suceder en cualquier lugar", ofrece el autor. El pero: algunas erratas e imperfecciones de expresión achacables quizá a la dimensión de la editorial.