Su calendario, en fechas inmediatamente posteriores, está repleto tanto de actuaciones sinfónicas como operísticas. Se le espera en Asturias, al frente de la Sinfónica del Principado, para pasar luego a Baleares donde tiene una serie de recitales operísticos, acompañando a Carlo Colombara y Joan Pons, en programas Verdi. Vuela, seguidamente, en dos ocasiones a México para ponerse al frente de la Sinfónica de Monterrey y, posteriormente, actúa en el Palacio de Bellas Artes de la capital azteca. Asimismo dirigirá la producción de Una cosa rara que se verá, en el próximo abril, en el festival de ópera de Valladolid.

Para el joven director de Benicàssim, Sergio Alapont, el Palau de les Arts es un lugar de referencia. Por ello se declara especialmente afortunado, al poder ocupar el podio en uno de los teatros más importantes del mundo, pese a los pocos años que lleva de actividad.

"Dirigir Martin i Soler en el Palau de les Arts, ya es un sueño, porque tiene una orquesta que es una de las mejores de Europa en el foso", precisa el maestro, que se declara ferviente admirador de la obra de Martín y Soler y también de la de su contemporáneo Mozart.

Abundando más en su experiencia con la orquesta del Palau de les Arts puntualiza que "es un instrumento técnicamente perfecto, capaz de hacer un clasicismo historicista como no he oido otra, tratándose de una agrupación teatral estable". Por otra parte, sigue diciendo, "su versatilidad le permite una gran disponibilidad artística, por la enorme capacidad cultural de sus miembros y su virtuosismo."

Alapont se siente especialmente feliz, por haber percibido el respeto de los músicos de la sinfónica del Palau y su ductibilidad para asumir las ideas que transmite con la batuta y ello teniendo en cuenta que se trata de un maestro muy joven, con una trayectoria menor que otros grandes maestros que han ocupado el podio. De modo terminante precisa: "Me entusiasma que sean capaces de inventar un sonido para ti , con una capacidad para seguir cualquier intención de matiz, color, brillo, tiempo... Es más aprecio que con cada director suenen de un modo distinto."

Respecto de la obra de Martin y Soler señala la importancia de su música, que "llegó a quintuplicar el número de representaciones de esta obra respecto de Las bodas de Figaro de Mozart que eran rigurosamente contemporáneas". El director evidencia conocer muy bien la vida del valenciano Martin i Soler, del que refiere substanciosas anécdotas como la de que el dúo de Lubino y Lilla del segundo acto era la partitura más vendida en la Viena del XVIII, o el gusto de las gentes de la época de vestir como las protagonistas aldeanas de la obra.

Finalmente, significa la identidad de criterios con Ottavio Dantone, con quien comparte podio y de quien declara haber asumido toda la esencia por su gran conocimiento en este repertorio en el que lleva trabajando 35 años. "Dantone -refiere- te permite descubrir una nueva lectura del clasicismo, valorando la gran música llena de riqueza cromática que hay en un lenguaje aparentemente sencillo y claro".