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La Jove Orquestra no es sólo un vivero de jóvenes músicos, como así ha demostrado durante su larga trayectoria, sino ante todo una realidad. Pero no sólo de músicos sino también de compositores, los residentes que durante un tiempo comparten experiencias con los solistas en sus encuentros y cuyas obras son después estrenadas. Y, lo más importante, grabadas, algo que permite disponer ya de un importante catálogo de obras de nuevos compositores valencianos.

La realidad es de nuevo palpable con la edición de un nuevo disco que reúne tres obras de Miguel Gálvez-Taroncher una de ellas grabada con el solista Irvine Arditti.

La grabación contiene dos encargos del Instituto Valenciano de la Música interpretados por la Jove Orquestra de la Generalitat bajo la dirección de su titular, Manuel Galduf (el Konzert für Orchester y el concierto para violín Llama de amor viva), y una a cargo del clarinetista bajo Carlos Gálvez-Taroncher y el Ensemble Espai Sonor dirigidos por Voro García (Konzert für Bassklarinette).

Miguel Gálvez-Taroncher (Valencia, 1974) fue compositor residente de la JOGV los años 2007 y 2008, puesto que han ocupado con anterioridad César Cano , Ricardo Climent, Andrés Valero-Castells, y en la actualidad Voro García . Además de catedrático de Composición en Granada muchas de sus obras han sido estrenadas por orquestas.

Gálvez-Taroncher afirmaba ayer que su experiencia en la Jove Orquestra fue un lujo para un autor ya que le permitió la posibilidad de introducir en las obras cambios sobre la marcha, sugeridos tanto por el gran violinista Irvine Arditti como por Manuel Galfuf ideas que han madurado y enriquecido sus creaciones.

Manuel Galduf destacaba la gran dificultad de plasmar por primera vez una obra actual y el estudio y el esfuerzo de comprensión que ello implica. El músico se refería también a los magníficos resultados obtenidos en esta intensa labor conjunta con el autor y recordaba la apuesta formativa del Instituto de la Música unidad artística de la que han salido grandes profesionales, tras trabajar un repertorio que abarca desde el barroco hasta el siglo XXI.

Al igual que los conciertos para orquesta de Béla Bartók y Witold Lutoslawski, el de Gálvez-Taroncher supone un momento de crisis en la producción sonora de este autor entendida como cambio, transformación y síntesis, "una obra abierta, que comparte ese elemento inconcluso que conlleva todo drama y toda creación", como así reconoció el propio autor.