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a naturaleza dota a algunos de sus seres vivos, lo más expuestos, de mecanismos de defensa contra ella misma. Cortezas impenetrables o caparazones capaces de resistir los embates del mar, la fuerza de los elementos, el sol y el viento, el frío, el calor, el salitre sobre sus espaldas, para proteger su cuerpo y permitir la vida en el interior.

Martín Caballero utilizó mecanismos parecidos para vivir, para pintar, que en su caso eran lo mismo. Martín resistió durante años al tiempo, a la incomprensión, a la ignorancia, a la economía, a la mala salud, aguantando sobre su débil físico las inclemencias de una labor artística por la que lo dio todo y que a cambio sólo le sonrió en contadas ocasiones.

Sus cuadros, sus dibujos y sus acuarelas quedarán como ejemplo de su compromiso vital. A través de ellos denunció la hipocresía, la brutalidad, la injusticia, el abuso de poder. Lo hizo con una mirada ácida, lúcida e irónica que abundó en la formación de cada una de las capas de su caparazón, pero sin ocultar, probablemente a pesar suyo, un trasfondo bondadoso, ingenuo y esperanzado en sus personajes, a veces infantiles y de un color exuberante y alegre, alejados del mensaje, muy parecidos por otra parte a las características afectivas de su interior como persona. Una mezcla de dureza y fragilidad, de orgullo y timidez, de extremos entrelazados que lo convirtieron en rareza a los ojos poco incisivos.

Martín falleció el pasado viernes once de junio después de luchar, una vez más, como siempre, contra una enfermedad multiplicada por dos o por más dígitos que no tuvo que atravesar corazas y logró hacer mella en él desde el interior gracias a un camino allanado de antemano. Su dignidad le impidió, también como siempre, trasladar a los demás lo que entendió como absolutamente personal y resistió con coraje hasta donde pudo.

Cada martes, desde hace muchos años, un grupo de amigos entre los que Martín se encontraba nos reunimos para charlar, cenar, pasar un rato todos juntos. Que vayamos mucho o poco a la cita no importa. Cada uno va cuando puede, pero seamos los que seamos, el resto está presente en cada ocasión. Para nosotros cada día a partir de hoy, en su memoria, será martes.

Todos cuantos hemos sido sus amigos le echaremos de menos. Todos cuantos hayan disfrutado o tengan alguna de sus obras estarán cerca de él, y unos y otros podremos presumir en el futuro de haber compartido parte de nuestras vidas con un personaje singular. Una rareza. Lo más cercano a un perro verde. Lo más cercano a lo extraordinario.

* Firman también el artículo: Sebastián Nicolau, Sebastià Miralles, José Luis Ros, Tono García, Josele López, Eduardo Sepúlveda, Horacio Silva, Pablo Sedeño, Toya Bofill, Miguel Blanco, José Luis Fernández, Luis Felipe Navarro, Andrés Mellado, Manolo Miralles y Pepa Cucó.