La muerte de Michael Jackson, de la que mañana se cumple un año, hizo que una familia disfuncional como la suya, con un padre violento y unos hermanos despreocupados por la salud del "rey del pop", se convirtiera en un clan aparentemente unido por la tragedia.

Al frente se erige la respetada figura de su madre, Katherine, de 80 años, a quien la Corte Superior del condado de Los Ángeles otorgó, en agosto del año pasado, la custodia de los tres hijos de Jackson, con los que vive en Encino (California).

Katherine y Debbie Rowe, la madre de los dos mayores (Prince Michael, de 13 años, y Paris Michael, de 12), alcanzaron poco antes un acuerdo extrajudicial sobre la custodia. La madre de Prince Michael II, de 8 años y apodado "Blanket", no ha sido identificada.

Sin necesidad de alzar su voz más de la cuenta ni de ofrecer declaraciones incendiarias, Katherine Jackson se ha distinguido como el perfecto estandarte familiar, al que desde el primer momento, tras la muerte del artista, se quisieron adherir los demás miembros del clan.

El primero de ellos fue Joseph Jackson, el patriarca. Maltrató a sus hijos y supuestamente llegó a abusar sexualmente de uno de ellos, Rebbie. El dedo acusador fue el de La Toya Jackson, hermana del cantante, en su autobiografía "Growing Up in the Jackson Family: La Toya".

Sin embargo no dudó en aparecer constantemente en los medios de comunicación para reivindicar la figura de su hijo. "Michael era la mayor estrella del mundo", dijo al poco del fallecimiento del "rey del pop". "Ojalá el mundo le hubiese rendido homenaje cuando vivía", añadió, no sin cierta dosis de reproche.

Muchos piensan que los miembros de la familia de Jackson pudieron haber hecho algo más por el cantante, no ya en sus últimos días de vida, sino a lo largo de años en los que fueron incapaces de meter en vereda una vida que se despeñaba desde hacía demasiado tiempo.

Ahí tienen mucho que ver y decir sus hermanos. "Para vosotros Michael es un icono. Para nosotros Michael es familia. Y vivirá para siempre en todos nuestros corazones", manifestó Janet Jackson, la más famosa de sus ocho hermanos con vida.

Los demás no dudaron en salir a la palestra en los numerosos actos que siguieron al fallecimiento del artista. Jermaine Jackson fue quien obtuvo mayor protagonismo, gracias a su aparición en el programa de Larry King, en la CNN. Y no dudó en tocar el espinoso tema de la herencia, que asciende a unos 300 millones de dólares.

El testamento divide esa cantidad en un 40 por ciento para los tres hijos del cantante, un 40 por ciento para la madre de Michael y un 20 por ciento para obras de caridad. No hay mención alguna a sus dos ex mujeres, sus cinco hermanos, sus tres hermanas, su padre, sus trabajadores o sus amigos más íntimos.

"No me molesta, porque, si mi madre está incluida, mi padre está contento", dijo Jermaine Jackson. "Si mi madre está bien, todos lo estamos. Pero no se trata de dinero. Ni de propiedades. Somos una familia. No dejamos que nada de eso se entrometa. No es importante para nosotros", añadió.

Eso entre la familia reconocida. Pero hay quien quiere su trozo de pastel por otras vías. Prince Michael Malachi Jet Jackson dice ser un hijo secreto del cantante. Solicitó someterse a una prueba de ADN para demostrar que era su hijo biológico, pero se ha topado con la negativa de los ejecutivos John Branca y John McClain, que mantienen el control sobre el legado de Jackson.

El padre del artista echó más leña al fuego al declarar que otro joven, Omer Bhatti, de 25 años, también era hijo de Jackson. Bhatti estuvo presente en el funeral del artista, sentado en primera fila. No ha reclamado ninguna compensación económica ni ha creado ningún escándalo en los medios.