Suena el teléfono, descuelga. ¿Es usted el detective Trullos? ¿Recuerda? Me dio su tarjeta.

(Ríe). Ya sabe que todo autor pone algo de sí mismo en sus personajes aunque, más que ser el detective Trullos, lo que me gustaría es poderme parecer a él en algunos aspectos.

¿Por ejemplo?

Posiblemente en el desparpajo con que anda por la vida. Esa faceta se la envidio.

¿Qué hace un ex ministro metido en la novela negra después de haber publicado otros libros de análisis económico y político, divertirse de verdad?

Esto viene de mucho antes de ser ministro. Cuando escribí la historia no había ni siquiera proyecto de ministro y ahora continúo en ello. En el fondo, la literatura es una forma de abordar la vida y la política es una forma de dar respuesta a los problemas de la vida de otra manera, que se resume en intentar conseguir que todos vivamos mejor.

¿En su caso, entonces, es más que una evasión?

Sí, sí. Me hubiera gustado dedicarme profesionalmente a escribir aunque no tuve oportunidad y quizás tampoco todo el talento necesario para ello. Pero lo que me gusta es escribir

He de confesar que soy más del comisario Brunetti, porque es un tipo feliz y culto, que de Marlowe, mucho mas duro y filosófico. Pero no siendo detective sería de Ripley, por su talante y atrevimiento, algo que su personaje también tiene.

La doble moral y la doble vida que lleva Ripley, desde luego, es una metáfora de la sociedad en la que vivimos y de la propia vida, o de la doble vida burguesa. En ese sentido, Ripley es más desvergonzado, audaz, cínico. Tiene un punto de locura, pero a la vez no pierde la convicción de que las cosas se pueden hacer de otra manera y lucha por ello.

Ojo, la literatura también puede servir para realizar algún ajuste de cuentas a lo Ripley.

Hay grandes escritores que lo han hecho. Pero no es mi caso. Además, mi novela está escrita mucho antes de que tuviera que ajustar cuentas con nadie y, ahora, tampoco se me ocurre nadie con quien tenga que hacerlo.

Pues quien no sepa esos detalles leyendo su libro se descubren algunas afirmaciones que podrían conducir a interpretaciones varias. Le suelto una: “Toda familia guarda un cadáver en el armario”.

Eso forma parte de Freud y proviene más de mis lecturas sobre el psicoanálisis que de otras cuestiones.

“Mercedes estaba en el centro de la foto con su marido en la izquierda y Elena a su derecha”.

(Ríe). Pues eso no sé porqué lo puse.

La última: “Todavía hoy se puede tardar casi 24 horas en recorrer en tren los mil kilómetros que separan Galicia de Cataluña”.

Eso sí es verdad. El otro día estuve en Lleida y cogí un tren que va haciendo zig zag y la verdad es que tardas muchas horas. Pero no, no se trata de nada de eso. Además, la novela negra tiene que tener un punto crítico, al menos como yo la entiendo y merece la pena hacerlo.

En el fondo, la sensación es estar leyendo un cómic muy visual.

Seguramente porque no sabría hacer otro tipo de literatura. Uno ha de ser consciente de su limitaciones y lo segundo, me gusta mucho en determinados momentos leer novelas que devoras en 24 horas y al día siguiente no te acuerdas muy bien de qué iba, pero también eres consciente de que lo has pasado muy bien. Ese es el tipo de novelas que yo quiero escribir, las que me gustaría leer.

¿A quién convertiría en uno de los protagonistas de las aventuras de Trullos?

Casi todo el mundo podría tener un sitio en una novela. De la misma forma que un autor se ve reflejado en una novela, los personajes que metes en ellas son gente que o bien has conocido o aportan algo de su personalidad.

¿Sabe que muchos la van a mirar con lupa a ver qué o si se encuentran?

Sí, pero eso es inevitable. Si haces porque haces y si no, porque no lo haces. Pero como tengo la conciencia tranquila y la prueba de que la escribí a mano, cualquier chiste que se haga en clave actual no tendrá sentido.

¿No será usted uno de los que se ha aficionado ahora a la literatura sueca?

Me gusta y la leo, pero esa deriva hacia el asesinato en serie y los personajes de grandes complicaciones psicológicas pues... Tampoco me apasiona. No es de lo que más me apetece. Sin lugar a dudas, soy más americano.

¿Sufre escribiendo o lo tiene claro?

Más bien me lo paso muy bien, pero también le doy muchas vueltas. Corrijo mucho. C0n los años me cuesta más porque todo lo cuido con detenimiento; busco el adjetivo, la descripción, reviso mucho. Las nuevas tecnologías permiten muchas mas correcciones.

¿Trullos perdurará?

Es como se llama mi mujer y llevo con ella 30 años (ríe). Desde luego, espero poder crear varias novelas con él y que se convierta en un personaje querido y respetado.

¿Y si en literatura la ficción supera la realidad en política la desborda?

La política tiene mucho de ficción. Vivimos en un mundo de apariencias. A veces lo importante no es lo que haces, sino lo que parece que haces; ni lo que dices, sino lo que la gente cree que has dicho. La televisión, por ejemplo, todo eso lo exagera mucho. Por tanto, un buen político tiene que saber representar un papel. Pero sí, soy muy de Oscar Wilde y, por tanto, la realidad siempre supera la ficción.

Y en política ¿un hasta siempre puede acabar convertido en un hasta luego?

Depende de quién lo diga y con respecto a qué. De momento, mi destino está en mi próxima novela, eso seguro. Y si tiene que ver con mi etapa política es una época cerrada, aunque eso no quiere decir que haya renunciado a pensar, escribir y opinar.

¿Hoy tomaría las mismas decisiones que adoptó en su día: dejar un escaño y retar al partido?

Cuando escribía esta novela soñaba con mi mujer en qué podía ser mi vida al cabo de diez o quince años y se parece mucho a la actual. Por tanto, me siento afortunado. No puedo buscar errores. Seguramente no todo lo haría igual, pero las grandes decisiones de mi vida, probablemente, volverían a ser las mismas.

Buscando una imagen suya apareció en el archivo aquella en la que está entregando la cartera ministerial a Elena Salgado. Imagínese qué hubiera sido siendo al revés, tanto el gesto como la trayectoria. ¡Menudo marrón!

Sin lugar a dudas: que marrón, que gris, que negro y que morado. La verdad es que en este momento no envidio el puesto a ningún miembro del Gobierno y mucho menos a la Vicepresidenta Económica. La situación es muy complicada y se tiene la sensación de que hagas lo que hagas corres un riesgo y si no lo haces, también.

O sea, los brotes verdes se han secado.

Se mustiaron antes de nacer. Otra cosa es lo que hay que hacer ahora y espero que abonemos el campo para verlos crecer.

Aunque sea un futurible ¿ve al PP al final del camino pactando la reforma laboral?

Sí. Creo que debería de votarla después de estar pidiéndola mucho tiempo y de haber tenido la oportunidad de negociar. Me sorprendería que quien ha sido Gobierno y puede volver a serlo no lo hiciera, sea cual sea su posición.

Leyendo su blog da la impresión de ser un poco Pepito Grillo pero, al mismo tiempo, también tener algo de pitoniso

¿Por qué no adelanta un capítulo?

Pienso que si Zapatero fuera personaje de mi novela, desde luego, agotaría la legislatura, el recorrido de los ajustes y de las reformas estructurales con toda decisión y abordaría los presupuestos generales con un cierto giro a la izquierda, sobre todo en imposición, e intentando llegar a las elecciones autonómicas empujado al PP a la derecha.

¿No da por perdidas las elecciones cuando todo el mundo considera que este Gobierno está hecho fosfatina?

Yo hablo de lo que haría mi personaje. Otra cosa es lo que va a hacer él. Pero, desde luego, la batalla no está terminada. Quedan todavía dos años. Es mucho tiempo y al final los ciudadanos son los que van a tomar una dirección. Si el presidente, ahora, tiene problemas el líder de la oposición también los tiene.

¿Continúa creyendo que este país necesitaría actualmente un gabinete de economía integrado por Rato, Solchaga y Solbes?

Sí, sobre todo en este momento. Si todos creemos que hay que arrimar el hombro la única forma es a través de un gran pacto de Estado.

Veo que continúa pensando en clave política y dando consejos gratis ¿No sé si lo hará por nostalgia?

En absoluto. Si le he de ser sincero me gano la vida muy bien dando consejos económicos y empresariales. No tengo ninguna espina clavada. Sólo que de mis cincuenta y cinco años, cuarenta han estado relacionados con la vida política y eso se lleva en la sangre. Soy de los que piensan que los problemas se arreglan entre todos y que la participación debería generalizarse más.

¿Cuando baja a Valencia pasa por la puerta de Blanquerías—sede del PSPV— o da un rodeo?

Si tengo una reunión voy y entro. No tengo ningún problema. Y si en Blanquerías me montan un acto para presentar mi novela iré encantado. Pero no creo que lo hagan porque ese tipo de actos no se suelen estilar.

¿Algún mensaje qué enviar?

Digamos que hay una cierta sensación de callejón sin salida para quien ahora gobierna y no se sabe si lo mejor es que siga o no, y todavía creo que existan dudas, aunque hay tiempo, sobre si la alternativa está preparada o no. Eso provoca que haya cierto impasse, pero queda mucho tiempo.

¿Usted que estuvo en la pomada desde el primero momento, cree que el de arriba se equivoca mucho?

Él mismo ha reconocido que se equivocó y a partir de ahí ha ido corrigiendo el río bastante bien. El momento en el que estamos es de sangre, sudor y lágrimas y es necesario hacer lo que hay que hacer aunque escueza.

¿Por qué no aprovecha y para cerrar convence usted mismo de la conveniencia de su libro?

Es un libro para pasar un buen rato y divertirse. Y en estos momentos divertirse tiene mucho más valor que su precio.