Walter Benjamin hablaba del "aura" como esa cualidad que posee lo auténtico en el arte, a diferencia de la reproducción técnica. También percibió el pensador alemán que, dentro del cine, el arte por excelencia de la reproducción, dicho aura seguiría persistiendo en las estrellas. No sé si Sergi López es una estrella, pero sí es un gran actor, de casta. Él ha sido el encargado de impartir esa clase magistral que, como cada año, significa que comienza una nueva edición de la Mostra Internacional de Mim a Sueca.

Y visto lo visto, es constatable que Sergi López irradia en directo. Se puede comprobar en una de sus pocas apariciones en el escenario, Non Solum, y confirmarse en esta clase en la que departió, con sobrada presencia escénica, sobre las diferencias entre la actuación teatral y la cinematográfica. Nos recordó sus inicios en la Escuela de Lecoq en París, para ir poco a poco desgranando muchas de sus elucubraciones sobre el trabajo, o mejor, sobre el juego (como se dice en francés) del actor. De todos modos, la charla, repleta de pequeñas acentuaciones actorales, se fue adaptando cada vez más a la atención del público conforme fueron saliendo de su boca, y de sus gestos, las múltiples anécdotas que le acompañan a su experiencia cinematográfica.

Más que teoría, hubo sinceridad (cada nuevo papel es un mundo, y no vale la seguridad de los anteriores), e, incluso, rebaja de trascendencia para ir a los aspectos básicos y vitales. López evitó las consignas firmes de un arte que, como el propio actor señaló, se puede perfeccionar hasta en un café, mirando a la gente. En este caso aprendimos mirando el aura de un actor telúrico.

Seguidamente, llegó el primer espectáculo del MIM de este año, Brigada dadà, presentado por las compañías Janvier y Punto Clown. Tres personajes muy bien dibujados corporalmente (sobre todo, me interesó el trabajo preciso de Haydee Bañales) se fueron introduciendo en diversas situaciones, entre poéticas y disparatadas. Algunas muy ocurrentes (como la del coche), pero en general al espectáculo le faltó chispa, y le sobraron gestos.