Curioso, raro, sorprendente, extraño. El caso es que lo de Jim Snidero no es normal. Universalmente desconocido para propios y extraños, pese a su veteranía una somera (y prudente) escucha de sus discos ya pone en alerta al oyente. Pero, paradójicamente se trata no precisamente de una alerta defensiva. Y cuando uno revisa sus críticas (ya saben, un ¿sere sólo yo? ¿me habré vuelto sordo?) y no sólo le confirman sino que le amplían sus sospechas es que algo raro pasa con el bueno de Jim. Será que el saxo alto no está de moda o que el mainstream ya no se lleva o, simplemente, que Snidero, un tipo con más de una decena de discos en su mochila (como líder) y una apabullante cantidad de colaboraciones ha llevado su larga carrera por el lado oscuro de la industria. Sea como fuere, este gran saxofonista (y consumado profesor, quizá sea esta la clave) se ganó con su mucho jazz a los expectantes espectadores que esperaban, con curiosidad, su debut en Valencia.

Y desde luego, no decepcionó con una actuación sobria, seria y tremendamente eficaz, absolutamente straightahead y que sentaba sus bases en los sólidos cimientos del jazz bop (Art Pepper y otros músicos West Coast, por ejemplo). Para la ocasión se presentó junto al trío de contrabajista alemán Rudi Engel. Músicos de profesionalidad exquisita que se amoldaron perfectamente al temario propuesto por Snidero; un conjunto de piezas propias de factura clásica junto a algún standard como Round midnight que conformaron, en suma, una velada sorprendente y que quizá anuncie más visitas de este estupendo cincuentón que se nos ha desvelado como un intérprete clásico de jazz.