El escritor Rodrigo Fresán dice que usted es el más argentino de los escritores españoles, ¿está de acuerdo?

También me lo han dicho en Portugal y en México. Creo que se debe a que mi escritura no es identificable con ningún territorio nacional. En el lugar donde estoy, estoy cómodo y llevo la fiesta conmigo, me integro en el paisaje de forma natural.

En su última novela, Dublinesca, habla de un editor en crisis y augura el fin del papel, ¿está muy cerca?

Hablo de una idea de fin del mundo, de fin de etapa, y la relaciono con el fin de la era Gutenberg, que da paso a la nueva era Google. La sensación de estar en el fin del mundo ha estado siempre en la historia de la humanidad, ya estaba en la Biblia.

¿Le sorprendió el Nobel de Vargas Llosa porque pensaba que ya lo tenía?

Sí, pensé que hacía quince años que se lo habían dado. Creo que la Academia sueca siempre ha ido muy atrasada. Basta mirar que se lo dieron a Cela muchos años después de La familia de Pascual Duarte y fue muy protestado en su momento, igual que se protestó a Octavio Paz, mientras que con Vargas Llosa ha habido un sentimiento unánime de que le correspondía y todo el mundo estaba de acuerdo, curiosamente, en que debía tenerlo desde hace años.

¿Y usted lo comparte?

¿La opinión general? No. Mi opinión es que es un autor de obras maestras y casi diseñado para tener el premio Nobel. Es un hombre perfecto: escribe bien, es simpático, tiene todas las cualidades para ser un premio Nobel ideal, su trayectoria es impecable y no hay nada que objetar. Ojalá tuviera siempre esa categoría el ganador del Nobel.

¿Y le ha sorprendido el premio Planeta a Eduardo Mendoza?

Me parece la misma historia. Creo que encaja perfectamente con un premio como éste, tan barcelonés. Tampoco me sorprendió; cuando lo vi me pareció que la noticia entraba en mí con una naturalidad tan grande que no hubo ni la menor sorpresa.

Últimamente hay escritores un poco deslenguados, como Pérez Reverte o Sánchez Dragó, ¿qué opina de eso?

Me quedé asombrado de ver que en Internet las dos noticias que más gente había leído en España eran la de Sánchez Dragó y la de la muerte del pulpo. Y con esto se podría hacer una novela entera porque dice mucho de la situación cultural española.

¿Se siente igual de admirado que odiado como escritor en España?

Ya no puedo controlar amores y odios pero estoy seguro que hay de todo, sí. Bueno, han crecido los amores, la verdad; los odios ya estaban.