A tan sólo una ópera para despedirse de Valencia-1984 escrita por él mismo- y un concierto, Lorin Maazel, director musical del Palau de les Arts, ha abierto la caja de los truenos como despedida. No sólo ha cuestionado el montaje de Aida con el que el coliseo abría esta temporada sino que ha dejado claro el panorama grisáceo que se augura en torno al complejo cultural valenciano y su negra perspectiva en caso de que su situación económica no mejore.

Maazel no duda en asegurar en una entrevista publicada por la revista especializada Ritmo que la reducción de las subvenciones que percibe el Palau de les Arts-comenzó con 40 millones de presupuesto y este año no llegará a los 20- "convierten en extremadamente difícil su gestión".

El músico francoamericano asegura que es "imposible hacer funcionar una institución como esta sin dinero, y podríamos llegar a un punto en el que si no hay suficiente apoyo la casa tendría que cerrar, porque nadie quiere trabajar sin cobrar".

El músico pone el dedo en un asunto que otros muchos callan en público pero comentan en privado como ha sido el retraso en el pago de cachés a causa de la fórmula de gestión del Palau y la ausencia de autonomía presupuestaria. La burocracia retrasa los pagos y en el mundo artístico la fórmula no funciona. De hecho, según diversos círculos, algunas cancelaciones de cantantes o del propio director se habrían producido por este hecho.

"Si seguimos por esta línea podría llegar a pasar. Nos reducen continuamente el presupuesto y la Intendente, Helga Schmidt, ya ha amenazado públicamente con cerrar la casa, porque llega un momento en el que si no puedes pagar a la gente, ¿cómo vas a esperar que trabajen para ti?".

De hecho, la propia Sindicatura de Comptes en su último informe ya ha advertido del retraso en los pagos y las deudas que el organismo acumuló durante el ejercicio de 2009, al tiempo que sugería un cambio en el modelo de gestión. El Gobierno autonómico no sabe cómo dotar de contenido un edificio que ha costado 400 millones de euros, ha reducido de forma considerable su programación y ahora funciona al ralentí en cuanto a su contenido que, en cierta medida, llenará la academia privada de música Berklee.

El músico, cuyo futuro está en Nueva York, Munich y Pekín, va más allá cuando revela que tras salir de Valencia pasarán al menos dos o tres años para que quizá vuelva como músico invitado "y después ya veremos", concluye dejando su relación futura muy en el aire.

Maazel, quien alaba a la Orquestra de la C. Valenciana, cree que mantendrá el pulso musical de los últimos años y no duda a la hora de cuestionar Aida, la ópera con la que se abrió la temporada y que "hubo que alquilar" por "no tener dinero para realizar nuestra propia producción". Así, considera cuestionable la escenografía de este espectáculo del que, según dice, al menos tuvo la autoridad para "mantener en el mínimo posible los aspectos negativos".