Daniel Barenboim y OV

palau de la música de valencia

Daniel Barenboim (piano) y Orquestra de València. Director: Yaron Traub. Obras de Liszt y Wagner. 17 de febrero.

A veces se dice en sentido peyorativo que los dos conciertos publicados por Liszt en vida inauguran una forma de hacer enfática, de bravura. Con ello se olvida que sus continuadores fueron el Primero de Chaikovski y las cinco contribuciones de Rachmaninov al género. Fueron concluidos durante la larga estancia del compositor en Weimar —el segundo, en rigor, un poco después—, pero la composición de ambos se inició antes, en su etapa de virtuoso itinerante. La inspiración que los anima se halla, pues, a caballo entre las demandas del pianista de éxito y las ambiciones sinfónicas que se fueron desarrollando en Weimar y que darían lugar a doce de los trece poemas sinfónicas y a las Sinfonías Fausto y Dante. Por otro lado, se trata de obras concertantes que, lo mismo que los dos de Chopin, convierten al piano en protagonista absoluto y en las que la orquesta tiene una importancia relativamente inferior a la de las obras concertantes clásicas.

A estas alturas de su carrera, con los setenta de edad a la vista y más de cincuenta años desde su debut profesional, Daniel Barenboim los aborda con una amplitud y una cantabilidad de fraseo, pero también con una minuciosidad en la matización de las acusadas diferencias dinámicas y creando una férrea ligazón entre las largas tiradas virtuosistas. La sensación de continuidad, de todo orgánico, que con ello se produce facilita mucho la digestión de esta música tan gesticulante, precisamente por interpretarse sin un solo gesto, ni físico ni musical, de más. Dos profesores de la orquesta del mismo apellido, Balaguer —Iván al violonchelo en el Segundo y Pascual al triángulo en el Primero—, participaron con todo merecimiento del éxito del maestro, que éste prolongó con dos Chopin igualmente de antología.

Pero injusto sería asimismo no resaltar el estupendo trabajo de la orquesta y de su titular, Yaron Traub, tanto en las tareas de acompañamiento como en unas versiones de Los preludios y la obertura de Los maestros cantores solemnes sin pesantez, emocionantes sin histeria, grandiosas sin estridencia.