1984

palau de les arts de valencia)

Reparto: Michael Anthony McGee, Nancy Gustafson, Richard Margison, Silvia Vázquez, Andrew Drost, Graeme Danby, Liynton Black, Mary Lloyd-Davies. Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet, Escolania de la Mare de Déu del Desemparats, Pequeños Cantores de Valencia, Cor de la Generalitat y Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director musical: Lorin Maazel. Dirección escénica: Robert Lepage. Música de Maazel. 23 de febrero.

Que Lorin Maazel era un maestro de la batuta ya se sabía sobradamente desde hace mucho tiempo. Que, además, lo era o podía serlo de la composición es la grata sorpresa con la que la imprevisión arquitectónica ha hecho que nos hayamos tenido que encontrar en el momento de su inminente relevo.

Los planes de presentar 1984 en Les Arts a finales de 2007 se vieron frustrados por una inundación no excepcional en Valencia pero que este teatro aún es dudoso que esté en condiciones de afrontar si se repite. Entretanto, ya ha subido al menos al escenario de la Scala de Milán y en 2008 salió a la venta el DVD de su estreno en el Covent Garden de Londres tres años antes.

El libreto de J. D. McClatchy y Thomas Meehan condensa el argumento de la novela de George Orwell de manera muy sensible. Eficazmente secundada por el vestuario de Yasmina Giguère y la iluminación de Michel Beaulieu, la escenografía de Carl Fillion refleja con sobria pero detallada elocuencia visual la opresiva atmósfera respirada por unos personajes coherentemente movidos por Robert Lepage. Los espectadores que no resistieron hasta el tercer y último acto se perdieron lo mejor de un montaje sin duda modélico de principio a fin.

Ese fue también el acto en el que el genio creativo de Maazel alcanzó sus cotas más altas, sin que ello signifique tampoco la más mínima reserva con respecto a los dos anteriores. En 1984 cabe encontrar ecos de varios estilos y gramáticas musicales del siglo pasado y del actual, pero empleados con una originalidad hija del conocimiento profundo de todos ellos y de la inspiración para construir con poética propia un mundo sonoro único e inconfundible; eso sí, siempre, como debe ser, al servicio de los acontecimientos escénicos.

Aun sin conocer la partitura, la dirección de Maazel se adivinó tan precisa y flexible como en él es habitual. En cuanto a los cantantes, tanto la pareja protagonista, McGee y Gustafson, como todos los comprimarios ofrecieron un rendimiento de auténtico lujo en una escritura vocal sin excepción de máxima exigencia. Los dos tenores, Margison y Syme maravillaron en múltiples respectos, pero sobre todo el primero por la potencia y rotundidad de su emisión, el segundo por unos agudos increíbles. Y, en su doble papel de Gimnasta y Borracha, Silvia Vázquez se consagró como la nueva gran estrella de nuestra estupenda cantera. Unos conjuntos corales y una orquesta de calidad como mínimo pareja completaron los argumentos que justificaron el gran triunfo obtenido.