Un equipo de paleontólogos de la Universitat de València (UV) y del Institut Català de Paleontología (ICP) ha encontrado fósiles de marsupiales -grupo al que pertenecen los canguros y los koalas- en las cercanías de Araia, pedanía de l'Alcora. Este descubrimiento cobra especial relevancia si se tiene en cuenta que son los únicos restos de estos animales encontrados y catalogados en toda la península ibérica.

Los expertos han fechado estos yacimientos de Araia en 16 millones de años de antigüedad, en la parte inferior de la época conocida como Mioceno. Por tanto, los fósiles recuperados en Araia pertenecen a los últimos marsupiales que habitaron la península.

Las excavaciones, llevadas a cabo por los paleontólogos Vicent Crespo, Francisco Javier Ruiz y Plini Montoya y Marc Furió, se iniciaron en 2008 debido a que había conocimiento de que en esta zona de la cuenca geológica de Ribesalbes-l'Alcora ya se habían encontrado destacados fósiles de insectos y salamandras. "Los resultados han sido magníficos, hemos llevado a cabo un registro de fauna curiosa e importante desde un punto de visto científico", señaló Ruiz.

Único en la península

Este paleontólogo, que ha estado al frente de la excavación, destacó que la relevancia de estos hallazgos se debe a que sólo se conocen en toda la península dos citas relacionadas con marsupiales, una de ellas en Buñol, "aunque no está confirmado ni comprobado que allí se hayan encontrado este tipo de fósiles".

Este grupo de mamíferos, que se caracterizan porque las crías completan su desarrollo en el interior de la bolsa marsupial materna , habitaron también en épocas pasadas en África, Asia y Europa. En estos tres continentes, los marsupiales se fueron extinguiendo a lo largo del Terciario, y el último registro en Europa data del Mioceno.

La especie fósil hallada en Araia, cuyo nombre científico es Amphiperatherium frequens, está emparentada con los marsupiales americanos, ya que forma parte de la familia de los didélfidos, a la que también pertenecen las zarigüeyas actuales.

Además de los marsupiales, se han obtenido también restos de roedores, insectívoros, quirópteros -murciélagos- y de algunos grandes mamíferos. El ambiente donde vivían estos animales debió tratarse de una zona boscosa subtropical, en las cercanías de un gran lago que abarcaba los actuales términos municipales de l'Alcora y Ribesalbes. En la parte profunda del lago se depositaron los sedimentos que constituyen el clásico yacimiento paleontológico de conservación excepcional de Ribesalbes, que ha proporcionado magníficos fósiles de plantas, insectos y anfibios. En una etapa posterior, en los fangos de las riberas del lago se acumularon los restos esqueléticos de mamíferos que constituyen los yacimientos de Araia.

Los primeros resultados se han presentado recientemente en el congreso anual de la Society of Vertebrate Palaeontology, celebrado en Pittsburgh (Estados Unidos).

La gran riqueza paleontológica que encierran los afloramientos de Araia permite albergar esperanzas de realizar nuevos hallazgos de interés científico. Ruiz confía en poder retomar los trabajos de excavación el próximo mes de julio, "pero para ello necesitamos financiación por parte de la Conselleria de Cultura". Las tierras de Araia todavía guardan numerosos secretos.

Varias toneladas de sedimento tratadas

Para su obtención se tuvieron que procesar varias toneladas de sedimento, que fue tamizado para eliminar las arcillas y los limos. Posteriormente, se procedió a triar el residuo grano a grano para extraer los fósiles, que consisten sobre todo en dientes aislados. Para su estudio se requieren técnicas de microscopía electrónica, ya que estas piezas dentarias -como la que aparece en la foto- poseen un tamaño que no suele superar el milímetro. En este sentido, Ruiz apuntó que estos trabajos de lavado y puesta a punto de todo el material encontrado se han realizado en Espadilla, "donde nos acogieron muy bien".