"L'elisir d'amore"

De Gaetano Donizetti. Aleksandra Kurzak (Adina), Ramón Vargas (Nemorino), Fabio Capitanucci (Belcore), Erwin Schrott (Dulcamara), Ilona Mataradze (Giannetta), Cor de la Generalitat Valenciana y Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dirección musical: Omer Meir Wellber. Director de escen: Damiano Michieletto Martin i Soler: Didone abandonée.

Michieletto y sus colaboradores (Paolo Fantin para la escenografía, Silvia Aymonino para el vestuario y Alessandro Carletti para la iluminación) deben estar muy satisfechos de su montaje de L'elisir: además de muy vistoso y divertido, dota de profundidad psicológica y sociológica a un libreto que muchos otros nos han hecho considerar bastante bobo. Esta actualización del argumento engancha de principio a fin porque lo preside una idea general muy inteligente, en sí sencilla pero de concreción práctica sumamente compleja y difícil. Que ni un solo detalle no parezca oportunamente sugerente es logro raro en ópera: aquí se consigue plenamente.

Cuesta imaginar otro reparto en el que las sopranos Aleksandra Kurzak e Ilona Mataradze y el barítono Fabio Capitanucci no se hubieran disputado la palma. En este, salvo Kurzak en el segundo acto, se la repartieron el tenor Ramón Vargas y al bajo Erwin Schrott. Si el primero es un Nemorino ideal por belleza tímbrica y calidad técnica, el Dulcamara del segundo también puede marcar época. El problema será, cuando no se le incluya en esta producción, encontrar un sustituto con su magnetismo vocal y escénico.

Perfecto estuvo otra vez el Cor de la Generalitat, tanto en lo musical como en lo visual. En este último respecto no se pase por alto la gracia con que, muy probablemente sin excepción, cada uno de sus miembros se caracteriza y mueve individualmente con apoyo de unos comparsas asimismo acertadamente escogidos, niños y perro incluidos.

El lujo sólo fue casi total porque Wellber se limitó a acompañar a los cantantes. Su mayor mérito fue que no tapó a ninguno, pero se le quedó en el tintero buena parte de lo que la partitura prevé para la orquesta. De ésta quizás en próximas funciones pueda predicarse algo más que una respuesta colectiva correcta y buenas intervenciones solistas.