Las artes escénicas valencianas vivieron ayer una celebración reivindicativa del Día Mundial del Teatro. Para empezar la jornada, la plataforma que ha elaborado un análisis de la situación que acaba con la petición de dimisión de la directora de Teatres de la Generalitat, Inmaculada Gil Lázaro, presentó el escrito en la Conselleria de Cultura junto con las firmas de 400 profesionales que lo respaldan. Después, algunas decenas de ellos debatieron sobre el documento y el panorama actual en el Octubre Centre de Cultura. Como en el reciente panfleto de Stéphane Hessel, la llamada de la mayoría de participantes fue a "rebelarse, a indignarse, porque lo peor es la indiferencia", en palabras del actor Ramon Moreno. Similares argumentos se pusieron sobre la mesa en el mismo recinto el pasado 29 de noviembre, pero el objetivo de la movilización actual es más preciso: destronar a Gil Lázaro.

El acto, conducido por Jaume Policarpo, concluyó con la aportación del director teatral Carles Alfaro, presentado como "símbolo del exilio artístico" (hace siete años que no desarrolla ningún proyecto en tierras valencianas). Alfaro se preguntó por la preparación y el currículum de quien tiene en sus manos todos los recursos públicos para las artes escénicas y elogió la iniciativa por partir de los profesionales.

Desde la "posición privilegiada" de quien "no ha de estar todo el día sufriendo" (ha llevado adelante diversas producciones en Madrid y Barcelona en los últimos años), Alfaro animó al sector a "despertar", porque "se nos está negando el derecho a estar informados".

El catedrático y exvicerrector de la Universitat de València Josep Lluís Sirera calificó la política de Teatres de "suicidio económico". "Se está generando una riqueza artística, pero Teatres le da la espalda y la minusvalora", afirmó.

También tomó la voz la bailarina Ana Luján -premiada durante su etapa en Reino Unido-, quien confesó no haber firmado el documento porque "no me gusta pedir la dimisión de nadie". No obstante, mantuvo el tono crítico al subrayar que la falta de diálogo y que los modelos de subvenciones son "anticuados y de escasa coherencia".

La presidenta de la asociación de compañías de danza, Ana Estremiana, lamentó la ausencia de un sector "unido y compacto", "fisura que la Administración emplea", dijo. Se está gastando mucho dinero en la danza, "¿pero dónde va?", se preguntó.

El técnico y coordinador de EU Roberto Lisard puso énfasis en el uso del Teatro Principal para la programación de musicales, algo que desvirtúa el concepto de sala pública, dijo, y puede ser un acto de competencia desleal con los teatros privados.

Vicente Arlandis fue el rostro de los "invisibles" a su pesar e hizo hincapié en que, pese a ser necesario sumarse al documento Així no, "tampoco fueron buenos tiempos" los anteriores a Gil Lázaro.