Russafa Escènica nace el próximo día 5 como demostración palpable de que "Valencia existe teatralmente" y de que hay algo más allá de la escena convencional. "No es un festival alternativo, porque no hay nada con lo que alternar, somos complementarios", afirma el director artístico, Jerónimo Cornelles. No es tampoco un festival de barrio, porque aspira a "enriquecer" toda la ciudad, agrega el dramaturgo.

Russafa Escènica, nacida de las cenizas de la última edición de Russafart -con el que se plantea alternar: un festival cada año, si la experiencia funciona-, propone hasta el día 10 siete maridajes creativos entre artistas plásticos del barrio y grupos teatrales como Oscura, Bramant, Losquequedan, la pareja Juli Disla/Jaume Pérez o el trío José Banyuls, Maribel Bayona y Jessica Belda. En el otro lado están pintores y diseñadores como Anna Sanchis, Ana Karina, Ewa Okolowicz, Sandra Gómez, Víctor Gimeno y Alberto Adsuara.

En seis de los casos, los montajes escénicos se han adaptado a los talleres de los artistas, donde se ofrecerán, salvo en la creación de Losquequedan, que se realizará en el piso de la compañía para no más de doce personas. La séptima propuesta es la producción propia del festival, se titula La ciudad que habito y el camino ha sido inverso: convertir la Sala Russafa en un "museo viviente teatral", con diez piezas cortas que son "cuadros vivos" por los que el espectador va pasando como si estuviera en una exposición. Así lo explica uno de los responsables de la sala, Chema Cardeña, que subraya el "mensaje" del certamen: "poder expresarnos de manera no convencional y mostrar que Valencia respira teatro".

El festival no tiene, por ahora, apoyo institucional (Teatres no tiene dinero, les dijo, y el ayuntamiento no respondió). "Aunque con la excusa de la crisis no se hace nada, este festival demuestra que se pueden hacer cosas", dice Cornelles, quien remarca que "puede haber otra" política cultural, "distinta, ni mejor ni peor".