¿Coleccionista, mecenas, filántropo...?

Ninguna de las tres cosas. Tenemos una fundación familiar que se dedica a colaborar con los museos y a subvencionar proyectos de investigación. ¿Podría llamarse mecenazgo? Sí y no, porque es nuestra pasión. Toda la familia está muy involucrada, mis siete hermanos, mis hijos... Es una forma de poder desarrollar proyectos que nos interesan. Pero no existe un fin mercantil.

¿Cómo explica que un periodista que fue imagen de la nueva televisión pública acabara metido entre cuadros y mecenazgos teniendo el éxito mediático entre las manos?

Fui periodista hasta los 28 años. Me retiré de la profesión en 1978. Llevo más de treinta años fuera. No vivo del periodismo desde hace treinta años. Fui periodista porque estudié la carrera. La vida puede cambiar y las pasiones también cambian. Si nos casamos más de una vez y nos movemos entre distintos ámbitos ¿por qué no cambiar de vida?

No estaría tan joven aburrido de este oficio, más aún en pleno período de cambios.

No, pero descubrí que había otras cosas que me gustaban e interesaban, básicamente el mundo de la empresa. Ahora presido una sociedad de desarrollo de tecnología de la información y la comunicación—Tecnocom. Nuestra sociedad tiene cinco mil trabajadores, cotiza en bolsa y estamos en todo el mundo.

Dónde hay que encontrar entonces la conexión entre empresa, arte y periodismo. ¿La empresa aporta el capital, el arte es la diversión y el periodismo queda como algo pasional?

El periodismo fue mi vida y me sigue gustando mucho. Mis amigos personales continuan vinculados al mundo de la comunicación. El mundo de la empresa es a lo único que me he dedicado desde hace treinta años, y el mundo del arte siempre ha estado ahí. Estaba acostumbrado a ver cuadros en las paredes de mi casa. Mis amigos también son artistas y eso me llevó a terminar creando una fundación y a involucrarme en proyectos artísticos.

Y desde esas tres perspectivas ¿cómo ve el arte en España?

Ha sido brillante y exitoso. En el siglo XX, de los quince mejores artistas probablemente diez sean españoles. Ha sido un siglo deslumbrante.

Y ahora financia la catalogación de obra completa de Julio González.

Porque es el escultor más importante del Siglo XX en Europa. El IVAM tenía el proyecto. Era muy costoso y nos gustó. Así que decidimos colaborar.

Es usted un caso atípico en un país en el que a los empresarios, si algo no les gusta, es participar en la cultura y cuando les hablas de mecenazgo aparecen estigmas.

No todo el mundo empresarial. Sin embargo, sí estoy de acuerdo en que falta cultura del mecenazgo.

Es que España aún es diferente.

La idea del patrocinio en España no tiene la consideración que en Estados Unidos donde es muy habitual que la gente done sus herencias a los centros culturales. Aquí no existe todavía esa consolidación y muchos centros culturales han estado muy politizados. La gestión de museos y centros culturales ha sido muchas veces una herramienta política o de la cajas de ahorro. La cultura de los museos no tiene esa solidez de Estados Unidos donde están por encima de los gobiernos locales o los políticos provinciales y que consigue que haya una consolidación de la sociedad con los museos que no existe en España.

¿Hay que ser crítico con los museos españoles?

El problema es que hemos llegado muy tarde. La mayor parte de los museos en España tiene menos de diez años

¿No será también que muchos de ellos se ha creado sobre una base inexistente, sin colecciones y sólo por disponer de un edificio singular?

Se ha llegado tarde al museo de arte contemporáneo. Vamos con mucho retraso. Pero también se han creados museos de enorme calidad y mucho prestigio.

Aunque otros también sin colección previa ni diseño racional de futuro, simplemente como contenedores de exposiciones temporales. Eso no es un museo.

Sí, es cierto. Mire el Guggenheim, pero frente a eso está el caso del IVAM.

Porque antes que edificio tuvo colección y proyecto.

Y hoy tiene una colección de gran calidad. Hace poco estuve en el museo de arte contemporáneo de Tel Aviv y comprobé que tiene una colección impresionante porque muchos coleccionistas americanos judíos han hecho donaciones de cosas inimaginables. Aquí no existe esa tradición. Todavía hay que conseguir que la gente piense y entienda que los museos son de todos .

¿Por qué cree que alguien se hace coleccionista?

Es una pulsión, en otros casos, una convulsión e incluso diría que hasta histeria.

Dicen que los verdaderos coleccionistas son aquellos que compran para completar museos.

Creo que se colecciona por uno mismo o por su entorno, aunque la historia demuestre que las grandes colecciones acaban siempre en manos públicas y es muy raro que se dispersen.

En su colección hay arte contemporáneo, más complejo, sujeto en determinados escalones a las modas y es un arte del momento que no ha superado en algunos casos la criba de la Historia ¿No es un riesgo coleccionar hoy arte contemporáneo?

Una colección depende de la personalidad del coleccionista y de sus medios. Antes, en España era muy habituales las colecciones de arqueología, que en este momento son muy complicadas porque muchas de las piezas tienen una procedencia rara o ilegal o han sido expoliadas. En cambio hoy hay más colecciones de siglo XX que de la actualidad.

¿Y qué me dice del que colecciona como inversión? Hace poco una de esas colecciones creadas de la nada en pocos años se vendió porque los precios iban a la baja.

Aún así, es raro que un coleccionista piense en hacer caja por su colección. Lluís Basat dijo que la culpa de que él fuera coleccionista era de los cromos de las pastillas de chocolate que guardaba de niño y de su obsesión por terminar las colecciones.

¿Es también su caso?

Yo coleccioné cromos de chocolate y de futbolistas y ciclistas. Pero es que hay gente que comienza coleccionando billetes de autobus. La pulsión del coleccionista no es la de acaparar, sino la de buscar la pieza que falta a su colección.

¿También hay que tener mucho dinero?

La imagen que dan las ferias de arte es la de compradores millonarios o grandes empresas.

Pero luego no es así. Se puede ser coleccionista de arte a través de obra gráfica o de escultura, que no es cara. La escultura múltiple tiene precios asequible. Mi mujer, por ejemplo, colecciona dibujos y tiene una colección muy estimable en la que no ha invertido mucho dinero. Las colecciones no exigen una fortuna.

¿Tiene la sensación de que este momento de inestabilidad se va a llevar por delante a toda una generación de artistas y de obras que nadie comprará y que el miedo al futuro le está al mismo tiempo quitando valor al arte?

Sí. La crisis está afectando seriamente al mundo del arte y se ve en las galerías y las ferias. No se vende. Las galerías cierran y a las ferias no va nadie. Así que el artista pierde su medio de subsistencia. Todo esto puede llevar a una prostitución del arte, a fabricar arte comercial porque el artista ha de vender para comer. Puede que la crisis tenga unos efectos nocivos en artistas y que no les quede más remedio que hacer trampas.

¿Existe realmente un mercado en España o es de sólo unos pocos?

Por supuesto que existe. Lo que no hay quizá es mucho dinero. Pero aquí, en épocas de bonanza, muchos constructores, inmobiliarios o banqueros crearon fundaciones y colecciones.

Habla de una época de euforia y como vehículo de inversión.

Pero se ha hecho. El mercado existía, otra cosa es que esté adormecido.

Durante 13 años fue presidente de la Asociación de Amigos de ARCO. Visto lo visto ¿para qué sirven hoy las ferias?

Para poner al día el mercado del arte, para que la gente puede tener acceso a una oferta multidisciplinar con galerías de muchos países que de otra forma no veríamos.

Pera también las ferias tienen criterios cambiantes, según quien esté al frente, y sus comités de selección han demostrado en muchas ocasiones actuar bajo intereses particulares.

Tenemos ferias de gran calidad y no se han desvirtuado. Las ferias han aportado un trabajo de investigación, han traído artistas rarísimos, han enseñado. A ARCO han venido galerías de países de los que no teníamos conocimiento cultural.

Y tienen la capacidad mediática para convertir a alguien en un «gran» artista.

El mercado en eso es muy sabio y bluffs han funcionado por muy poco tiempo. Los artistas que han triunfado mundialmente no quedan descabalgados por la historia en quince días. Es posible que haya modas y, como decía Coco Chanel, la moda es aquello que pasa de moda. En el arte hay modas, pero el artista de calidad se queda.

¿Qué es lo último que ha comprado?

Por casualidad, me avisaron de que en París cerraba una gran galería de las vanguardias históricas y querían liquidar sus fondos. He comprado un lote importante de dibujos. Y una escultura de Chirino.

¿Sabe cuántas obras de arte tiene?

No lo sé (ríe). No las cuento. Tengo una colección muy heterogénea. Soy un coleccionista desordenado. No es fácil de calcular. Puede haber centenares de dibujos de alguien que son bocetos y una gran pieza.

Por cierto, ¿de qué hablan dos coleccionistas cuando se encuentran?

De lo último que han descubierto.

jrsegui@epi.es