"Si se fracasa en la novela negra se fracasa mucho más". La advertencia de una sacerdotisa del género martilleaba la cabeza de Maruja Torres (Barcelona, 1943) desde que se embarcó en el proyecto de convertirse en una "implacable autora de literatura negra", a la que la gente señale, cual Agatha Christie, cuando circule anciana por la calle, cuenta con humor. La amenaza no ha podido con ella y su primera incursión en el género, Fácil de matar (Planeta), ya está en el mercado, con su alter ego de protagonista: Diana Dial, una periodista rescatada de sus primeros libros convertida ahora en una reportera retirada, "enviada especial de sí misma" que investiga por afición y por el gusto de aplicar la justicia que con la pluma no pudo. "Lo de matar, aunque sea literariamente, tiene su punto", afirma Torres en entrevista a Levante-EMV.

Esa facilidad para la violencia (novelesca) es una deuda con Millennium, de Stieg Larsson: "No he podido evitar que Lisbeth [Salander] me haya marcado". Aunque precisa: "Es el único personaje que me gusta, porque lo veo real a pesar de las exageraciones". Y marca distancias con la tan de mo?da literatura nórdica. El género sueco -así lo resume y cita como ejemplo a Mankell y su Wallander, ese "inspector con plantillas"- "me deprime tanto", dice.

Ella prefiere el thriller mediterráneo, un género negro "que ayude a vivir" y porque aquí "lo inventamos todo": el crimen político, el complejo de Edipo, el aceite de oliva o la corrupción.

Maruja Torres estuvo ayer por la tarde en la Fira del Llibre, tras una llegada a Valencia de libro, con accidente de taxi incluido (sin daños personales).

Diana Dial aplasta arañas, lo que no pudo hacer en sus tiempos de periodista, y es "más borde" y "amarga" que la autora, aunque guarda una "ternura por el amor", del que ella ya se despidió, "afortunadamente", zanja. Torres, veterana de la prensa, se declara "incapaz para la violencia" y se conforma con el castigo de la conciencia de la culpa, lo peor para "quien bombardeó Irak o algo así", porque al final "los malos sobreviven a los buenos siempre".

La voz de la escritora se encoge con desencanto al hablar de los tmomentos actuales. "Una época muy dura -reflexiona-, en la que se juzga a los que no se debe y los otros están en la calle". Una época, aconseja, "en la que hay que procurarse la felicidad personal y que no te vendan más burras de las imprescindibles".

En España todos los políticos son mediocres, hasta los bienintencionados, proclama su Diana Dial negro sobre blanco. Para Torres, "el menos mediocre ahora, pero tampoco bienintencionado, es Rubalcaba, por eso me gusta más". "Necesitamos a alguien con pinchos, porque si no esto parece Disneylandia contra Glenn Close en 101 Dálmatas", ironiza.

En este panorama, ¿ponemos el RIP a la izquierda? "En su versión actual, sí", responde. "La veo sin ideas nuevas desde hace un montón de tiempo. En cambio, la derecha tiene la ventaja del desparpajo. Es mérito de Aznar, que puso de moda el cinismo, la maldad política y la falta de complejos".

Diana y Torres son dos decepcionadas del periodismo por su "giro mercantilista". No es lo único: "Al Jazeera no me asusta tanto como la aparición en la TDT" de algunos individuos, asegura.

Fácil de matar se ambienta en Beirut, un escenario muy conocido para la periodista y del que se despide sentimentalmente con el libro. La siguiente entrega de Dial sucederá en Egipto, el anterior a las revueltas contra Hosni Mubarak, de las que afirma que espera que no deriven en otro motivo de frustración para la gente.