La primera Mostra de València de la primavera tiene un triunfador que viene del frío, el noruego Marius Holst, director de King of Devil's Island, la amarga película ambientada en un reformatorio juvenil que aterrizó el último día de competición. Fue la más votada por el público en la sección oficial de Acción y Aventura, aunque el acta -leída por el director del certamen, Salomón Castiel- no precisó ayer el número de apoyos obtenidos. El galardón de la crítica en esta categoría fue para la brasileña Tropa de élite 2, de José Padilha. En Panorama Mediterráneo, la preferida del público ha sido la taquillera Pequeñas mentiras sin importancia, del francés Guillaume Canet, mientras que la también gala Angèle et Tony se lleva el de la crítica.

Holst se mostró feliz de que su película guste fuera de Noruega y remarcó que es tan visual que "se podría entender sin subtítulos".

Castiel se felicitó, por su parte, del desarrollo del festival, el tercero que él dirige y el segundo orientado al cine de acción. El nivel de calidad de los filmes a concurso ha sido "muy superior", algo que atribuyó al trabajo de selección y al cambio de fechas, ya que en otoño hay "mucha competencia" de otros certámenes. En abril, la lucha es sólo con el de Málaga y el cine español -argumenta el equipo gestor de la Mostra- no es muy dado al cine de acción.

El director del festival subrayó la mayor repercusión mediática de este, especialmente en España. De 281 periodistas en 2010 se ha pasado a 397, dijo, y el incremento es mayor (hasta del 285%) si se cuenta sólo los medios de comunicación españoles. Los responsables de la Mostra están satisfechos de haber atraído a "primeras espadas" del periodismo y la crítica. Entienden que la marca Mostra empieza a ser considerada.

No obstante, el concepto de festival como amalgama de propuestas muy diversas entre sí merece una reflexión. El público no parece tampoco el suficiente para un festival de primer nivel, si bien Castiel aventuró ayer que la subida ha sido "notable".

Preguntado sobre si el futuro del certamen está garantizado, el director contestó (molesto) que él y su equipo se sienten "respaldados" en los cambios "drásticos" realizados y en el "día a día".

Harlin se aparta del "cine de palomitas"

Renny Harlin tiene fama bien ganada como director con oficio de películas de acción ("La jungla de cristal 2", "Alerta roja", "La isla de las cabezas cortadas"), vehículos para estrellas de Hollywood. Pero en "Cinco días de agosto" (Georgia) se ha inclinado por hacer una película contra la guerra, contra la invasión de Georgia por el ejército de Rusia y de Putin, algo raro en los tiempos que corren de pactos y realpolitik.

Tal vez este grupo, Richard Coyle y Ruper Friend, bien apoyado por Andy García como presidente de Georgia, y Val Kilmer como profesional alemán de la TV, tiene madera de héroe de celuloide y no son del todo creíbles en la vida real (aunque está basada en hechos reales). En el guión hay dos o tres golpes dignos de 007 que chirrían.

Harlin, finlandés, conoce el paño (su país fue invadido por Rusia) y hace un panfleto emocionante, que no sólo distrae, y que incluye elementos humanos, un discurso sobre independencia, libertad, cultura propia y democracia.

Es la película que cerró anoche la gala de clausura, un estreno absoluto y no sé cuántos la verían, por la hora a qué comenzó. Lástima, valía la pena a pesar de errores y trampas y de un exceso de medios.

Harlin reivindicó ayer los filmes de acción, porque "todo el cine es arte", si bien ahora no busca sólo entretenimiento, sino contar algo más que "películas de palomitas". r. ventura-melià valencia