¿Superviviente o resistente?

Prefiero resistente. Cela ya decía que somos un país cainita. Aquí el que acaba triunfando es aquel que persiste. Valencia, desgraciadamente, tiene mucho de eso. En algún momento nos gusta elevar hasta las alturas a alguien pero para poder verlo después en caída libre. Siempre he pensado que, como el buen nadador, hay que aprovechar la ola pero siendo consciente de que en tu vida habrá momentos en que la ola vendrá en sentido contrario.

¿Por qué cree que es de los escasos artistas que ha resistido de aquello que se denominó La Movida y aún continúa en la brecha?

Por ilusión. Si algo me caracteriza es la cabezonería y la búsqueda de nuevas alternativas. Nunca me he conformado con hacer dos discos iguales, sino en buscar otras vías. Los viajes por el mundo me han permitido incorporar influencias que jamás se me hubiera ocurrido podrían formar parte un día de mi música. La persistencia y la obcecación en creer en ti mismo es lo que nos ha llevado a seguir vigentes y a mantener la misma ilusión del principio.

¿Los que cayeron, entonces, fue por aburguesamiento?

No lo he pensado. Es muy probable que muchos se cansaran. Esta es mi vida y mi ilusión es el escenario y la composición. Hay tres facetas del arte que me engancharon a este mundo: la poesía, el teatro y la música, y siempre creí que las tres podrían integrarse.

Sin embargo, usted comenzó con el punk.

Pero no era una fachada. En ese momento me sentía muy diferente. Hemos de remontarnos a los ochenta, a una época en la que necesitábamos cambios radicales. Me pilló con 16 años y con ganas de decir todo aquello con lo que no estaba de acuerdo. En muchas ocasiones, esa rebeldía se puede exagerar en el sentido estético o siendo excesivamente vehemente, pero sólo para que trascienda. Realmente es la historia de otros tantos grupos. De hecho, hay muchas canciones de aquella época que hoy todavía son políticamente incorrectas. Así que, había que pecar por exceso porque era necesario.

¿Echa de menos aquellos años de pequeños clubes, cervezas, mucho ruido y pelos en punta o lo ve hoy como algo anecdótico?

No, no. Fueron años muy difíciles. Para nosotros fue muy difícil salir de Valencia y acabar llegando a México, Estados Unidos, Italia, Holanda...

Si los ochenta fueron años deslumbrantes en cuanto a creatividad, los noventa...

De criba en el sentido de que mucha gente perdió la ilusión y otros se reafirmaron. La década de los 2.000 fue de falsa estabilidad. Creíamos que todo seguiría igual. No nos dimos cuenta de que estábamos cambiando continuamente, que existía un relevo generacional en la música. Cuando las cosas van bien piensas que será así toda la vida.

Dicen que detrás de un éxito para un artista está el miedo a encontrarse después con un fracaso.

Es cierto. Cuando llegó el 2.000 hubo gente que se pudo haber estabilizado y en cambio se perdió. Otros se lo creyeron.

En cambio, en su caso fue un estilo de vida.

Desde que tengo uso de razón trabajo en esto, vivo de esto y me sigue gustando el rock.

Es complicado imaginar que después de treinta años de escenarios aún se divierta, más aún cuando noche tras noche le piden las mismas canciones.

Aún me divierte la emoción de comprobar que puedo conectar con el subconsciente o el consciente de la gente y que mis canciones las pueden hacer suyas nuevas generaciones cuando nosotros con su edad los habríamos apedreado. Es como la obra de George Orwell o la de Hesse, o como la música de los Clash o de los Stones y de otros que te están hablando directamente porque aún transmiten emociones o te llevan a efectuarte preguntas. Lees a Orwell y te parece totalmente real y te anima a no apalancarte.

¿Qué le queda con 48 años de la rebeldía punk?

La misma rebeldía ante cualquier injusticia que merezca ser cantado. No hablo de un nivel político sino social. Aún creo que otro mundo es posible.

¿Rebeldía, por ejemplo, contra qué?

Pues lo que me da mucha rabia ahora es cómo se han salido de rositas todos los que han provocado la crisis económica mientras nosotros seguimos pagándola y ellos nos continuan mintiendo. Por eso digo que otro mundo es posible y que cada uno tenemos diez formas para luchar contra cualquier clase de injusticia.

No olvide que el rock es negocio y Seguridad Social depende de una multinacional y tiene sus nóminas.

Hoy menos negocio que nunca, pero a cualquiera que empieza le diría que no pierda la ilusión y si luego sale bien, pues mejor. El objetivo en el rock no es hacerse rico sino tener cosas que decir y encontrar público que te escuche.

Hasta que uno se hace mayor y se aburguesa.

Y a mí me sucedió en el 2.000 un poquito, pero siempre he estado dispuesto a rectificar. En aquellos años vivíamos en una balsa de aceite que fue perjudicial para todos. También son momentos de la edad.

En este momento que se define como uno de los resistentes hay que admitir que son una especie en extinción: Carlos Goñi, Sole Giménez, Siniestro Total, Alaska, Santiago Auserón...¿Se han perdido dos generaciones o es que en este país es imposible estabilizar un rock nacional?

Todo ha cambiado. Está claro que sin música no podemos vivir pero hemos cambiado nuestra forma de ocio. Internet es un campo muy vasto y la música es gratuita...La industria está destruida. Por suerte, los grupos que hemos tenido cierto éxito ahora podemos navegar pero cada vez es más complicado que aparezcan nombres nuevos.

¿Por falta de interés social o comercial?

Vamos a una velocidad tremenda tanto en la música como en la literatura. Hoy sólo importa un éxito inmediato o un best seller y quien no lo consigue se queda en el camino. Antes, tanto las editoriales como la discográficas apostaban a largo plazo. De no haber sido así grupos como nosotros no existirían. Ahora es la historia del flautista: si no suena la flauta, a por otro.

¿Qué se plantea hoy a la hora de comenzar a componer un nuevo disco?

Las canciones continúan saliendo de la misma manera y son reflejo de mi evolución personal. Continúo hablando en primera persona y me interesan más las canciones que los estilos.

¿No ha cambiado tampoco su forma de escribir?

Básicamente no. Sigo siendo muy básico, compongo con una guitarra aunque ahora sea sin bolígrafo ni papel y use ordenador o un iPad.

¿Y la vida de roquero entre semana es...?

De lo mas variopinta. Hago deporte, ensayo, grabo, me gusta jugar al fútbol con los amigos, salgo con mis hijos, juego al golf...

¡Al golf sí que no le veo cuando le he visto con los pelos de punta!

Pues tendría que hacerlo (ríe). ¿Sabe quién me enganchó el golf? Alice Cooper, que es un jugador extraordinario. Un día estaba viendo un reportaje por televisión y me dije: "¡ese tío es Alice Cooper sin maquillaje! Me pregunté cómo era posible. Hasta que me di cuenta de lo mucho que engancha este juego. El golf es una lucha contra ti mismo. Es muy adictivo. Pero la vida de un músico es muy normal. No tiene tantos secretos.

La gente cree que siempre es fiesta y desenfreno, vamos: sexo, droga y rock'n'roll.

Dentro de mis aspectos más radicales en ningún momento me he dejado llevar por nada. Nunca he necesitado aditivos. Bastante tengo conmigo mismo.

¿Ha invertido?

Sí. No he sido tarambana. Tengo un restaurante y siempre he tenido claro que las vacas flacas aparecen un día.

Y ahora saca nuevo disco, "El mundo al día en ochenta vueltas" y apunta más cambios en su carrera.

Porque siempre he pensado que aún no ha llegado mi verdadero momento y por eso continúo preparándome. Aún no he alcanzado ese punto de madurez absoluta que me permita hacer la música que realmente puedo llegar a hacer.

No le entiendo.

Aspiro a algo mucho más complejo, tanto como cantante como compositor, más en una línea intimista, de medios tiempos.

¿El Rod Stewart de los Great American Songbook, por ejemplo?

¡Ojala! Iría más en la idea del cantautor arropado por una banda de rock.

Siempre se ha declarado un fan de la poesía. ¿Nunca ha pensando en publicar?

La verdad es que sí. Tengo muchos textos que no encajo como canciones. Me sigue fascinando el Siglo de Oro español y la Generación del 27 y los sonetos son difíciles de meterlos en un esquema de rock and roll .

Pues ahora, explíqueme cómo se destroza la habitación de un hotel de Benidorm siendo una de las estrellas invitadas de su festival.

(Ríe) Juntándose la gente que se tenía que juntar en un momento adecuado, muchas hormonas en crecimiento, algo de alcohol y muebles. Nos pilló muy jovencitos. Nos contrataron porque querían cambiar el festival. Lo cambiamos (ríe). Por aquel entonces nos habíamos leído todas las biografías de los grupos. Queríamos imitar a nuestros ídolos.

Edita su vigésimo disco y continúa en una multinacional ¿Qué sentido tiene hoy un disco estando el negocio como está?

Es una carta de presentación. Todos sabemos que los discos no se van a vender porque la música es gratuita. Un disco te ayuda a decir que estás ahí, porque el presente está en los conciertos y el Cd tiene los días contados. Supongo que el futuro será una nube informática musical o un negocio directo.

¿Y ahora cuando escucha sus primeros discos qué piensa?

¡Que malo era y cómo he aprendido! (ríe). Pero también que había mucha rebeldía, mucha frescura y mucho morro. Pero eran los tiempos de tirarle morro y hacer lo que creías que debías hacer.

¿Cómo se lo explicará a sus hijos?

Ya lo saben. Con cuatro y tres años han ido ya a más conciertos que muchos mayores en toda su vida. Ven mis tatuajes como algo normal. Ahora, si salen la mitad que yo voy a tener problemas.