Las hazañas del general Horemheb, que comandó el ejército de Tutankamón antes de convertirse él mismo en faraón, podrán contemplarse en su tumba de la necrópolis de Saqara, que se abrió ayer al público junto a otros cinco sepulcros de nobles del Imperio Nuevo (1539-1075 a.C).

Situada a la sombra de la pirámide escalonada de Jóser, la más antigua de Egipto, la tumba de Horemheb todavía conserva relieves que ensalzan los logros de éste como comandante del ejército de Tutankamón (1336-1327 a.C.) e imágenes que lo muestran derrotando a sus enemigos.

En las paredes de las tres salas pueden verse jeroglíficos que narran la vida de este general de orígenes humildes, que se convirtió en el faraón que devolvió Egipto a la normalidad después del reinado convulso de Akenatón.

El ministro para las Antigüedades, Zahi Hawas, con su inseparable sombrero de alas anchas, guió ayer a través de la tumba, que comenzó a excavarse en 1975.

Hawas presentó las otras cinco tumbas que forman el único complejo funerario del Imperio Nuevo en Saqara, donde la mayoría de sepulcros pertenecen al Imperio Antiguo (2575-2150 a.C.).

Las tumbas son únicas porque demuestran cómo los nobles del Imperio Nuevo querían estar cerca de la antigua capital de Menfis, cerca de Saqara, a pesar de que la nueva capital estaba en Tebas.

Estos sepulcros sufrieron numerosos saqueos durante el siglo XIX. "Centenares de estatuas y bloques de piedra fueron robados y están en museos de todo el mundo, pero un día devolveremos estos bloques", aseguró Hawas.

El alto cargo confía en que la apertura de estas nuevas tumbas contribuya a devolver la normalidad a los yacimientos, vacíos de turistas desde las revueltas.