"Tosca"

Festival del Mediterrani

D Puccini. Int: Oksana Dyka, Marcelo Álvarez, Bryn Terfel, Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats, Cor de la Generalitat Valenciana y Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director musical: Zubin Mehta. Director de escena: Jean-Louis Grinda. Palau de les Arts, 31 de mayo.

Acudir a la ópera atraído por la escenografía no es natural. Tampoco construir un teatro de las dimensiones y posibilidades de Les Arts para acoger un montaje tan pobre en ideas y materiales como este firmado por Jean-Louis Grinda. En él, minimista más que minimalista, se ve poco; a veces ni siquiera estilizadamente aquello a lo que en el libreto se alude directamente (la Madonna en la iglesia, las sillas en que Scarpia invita a sentarse primero a Cavaradossi y luego a Tosca), y sí algunas cosas que no debieran (el rostro de la Atavanti).

Ni las filmaciones ni las transparencias (incluido el Tintoretto con que se acompaña el final del segundo acto), ni ningún elemento mueble intensifican las emociones creadas por el texto y la música. Tampoco mucho los movimientos de los personajes, de los que se acaba celebrando que al menos no estorben.

Para los tres protagonistas se contó con nombres actualmente punteros en sus respectivas especialidades. Marcelo Álvarez exhibió timbre precioso y facultades asombrosas, pero simplemente se exhibió, así en una Recondita armonia que por momentos pareció una napolitana lenta. Oksana Dyka, formidable Butterfly hace año y medio, volvió a gustar extraordinariamente salvo a quienes prefieren una Tosca menos lírica y sí más dramática. El triunfo fue enorme para ambos, pero quien más se aproximó a la unanimidad y la falta de reservas en el elogio fue seguramente Bryn Terfel, formidable en todos los aspectos pero sobre todo por la sumisión de sus portentosos medios al fin de una riquísima caracterización de Scarpia.

También estuvieron irreprochables Mika Kares como Angelotti, Emilio Sánchez como Spoletta y el valenciano Fabio Previati como Sacristán. Y no se olvide al niño Salvador Belda, cuyo perfecto pastorcillo (¡qué pronunciación dialectal más convincente!) confirmó la magnífica impresión producida en el auditorio superior el pasado febrero.

Dirigiendo de memoria, Zubin Mehta sacó máximo partido a unos grupos corales en plena forma y una orquesta con la que mimó a los cantantes lo mismo que a la música.