Adiós a la Mostra de València. O al menos, hasta luego, aunque hay pocos ejemplos de recuperación de proyectos eliminados. La alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, sorprendió ayer al adelantar sus "planes estratégicos de información" y anunciar la suspensión del festival de cine dada "la difícil coyuntura económica actual". El pretexto fueron unas declaraciones del último director del certamen, Salomón Castiel -actual responsable de Cultura de la Diputación de Málaga-, en las que afirmaba que se dedicaba a la Mostra (era sólo director artístico desde julio) en los ratos libres, "por la noche en mi casa". Barberá argumentó que el consistorio se ahorrará 1,7 millones, que era el presupuesto previsto inicialmente para la 33 edición, y que la cancelación se extenderá hasta que "veamos remontar la situación económica".

El festival, que de la mano de Castiel había abandonado su esencia -el cine del Mediterráneo- para adentrarse en las más comerciales aguas del cine de acción y aventura y había modificado sus fechas tradicionales (de octubre saltó a la primavera este año), se encontraba en una deriva que se ha pronunciado en los últimos meses.

La posible supresión de la Mostra ya fue el runrún de fondo en la última edición. El día de clausura, preguntado por este diario sobre si el futuro estaba garantizado, Castiel respondió molesto que se sentía totalmente respaldado.

No obstante, el hecho de que la alcaldesa y el director del certamen prácticamente no cruzaran palabra en la gala de inauguración fue un síntoma para muchos de que algo fallaba.

Pasadas las elecciones municipales y autonómicas, Castiel regresaba a Málaga -fue director antes del festival de cine español de aquella ciudad- para hacerse cargo del área de Cultura de la diputación provincial.

Sin embargo, no se desvinculó completamente de Valencia, sino que en julio el vicealcalde y responsable político de la Mostra, Alfonso Grau, anunció la solución de mantenerlo como director artístico del festival, al tiempo que se buscaría un gerente para "los números". Sobre los emolumentos de Castiel -cercanos a los 100.000 euros por año cuando era director-, se limitó a decir que serían "la mitad de la mitad de la mitad", sin precisar más.

Estos movimientos, unidos al cambio de forma jurídica -de fundación municipal pasaba a ser un "ente público empresarial"-, dan cuenta de la inestabilidad vivida en los últimos meses.

Así, mientras el nombramiento de gerente no llegaba, Castiel se centraba en sus nuevas tareas en Málaga, de forma que desde la comparecencia de julio no había regresado a Valencia.

Hasta esta semana, cuando llegó para reunirse el pasado martes con su equipo de colaboradores de la Mostra. El encuentro con Grau lo tenía programado para la mañana de ayer en el ayuntamiento. Fue entonces, mientras esperaba la reunión, cuando recibió la información de que la alcaldesa acababa de anunciar a los periodistas la supresión de la Mostra, según pudo saber este diario. Un par de horas después, comparecía junto a su "amigo" Grau para desear que el certamen regrese en el futuro.

Barberá dijo que la decisión la tomó hace unos días con el vicealcalde, aunque no pensaba comunicarla hasta presentar los presupuestos municipales de 2012. Las declaraciones de Castiel sobre su dedicación al 100 % a Málaga y su vínculo de "ratos libres" con Valencia precipitaron el anuncio del fin de la Mostra.

La alcaldesa señaló que el contrato con el exdirector estaba rescindido desde junio, a lo que Grau añadió que no ha cobrado "ni un euro" desde entonces. Barberá valoró el giro temático del festival, pero admitió que al certamen le "había costado levantar el vuelo". "Nuestro objetivo era y sigue siendo que la Mostra llegue a convertirse un gran acontecimiento pero la realidad es que hoy día no lo es", afirmó Grau. Por ello, el "mejor servicio" era suspenderla durante "no sabemos cuántos" años.

Barberá dejó caer asimismo que el festival creado en 1980 no será el último proyecto que sufra recortes. "La situación es dura y hay que buscar un equilibrio, ahorrar y evitar gastos superfluos".

La entidad pública empresarial seguirá existiendo para otras "tareas tangenciales", como atraer rodajes a la ciudad.