Que conste que soy un liberal progresista, por eso pido perdón por no haber visitado antes el MuVIM, peo es que cada vez que lo intenté la "modernitat" no la veía por ninguna parte. Y no me equivocaba del todo, pues al acudir a la rueda de prensa, obligado por mi maestro "virtual", en vez del ascensor, nada moderno, dicho sea de paso, me bajé por las rampas que conducían a la planta segunda. Mala cosa, ya vi las goteras al final de la primera, la sensación de obsoleto que el estrecho pasaje tenía, apenas pueden pasar dos personas juntas, y, menos mal, al llegar al lugar del local, primero, un amplio vestíbulo, entré y me encontré con el acto ya empezado.

El señor Javier Varela decía que "cada generación tenía la obligación de reescribir su pasado". El frío que llevaba encima bajo diez grados, pues en mi opinión, lo que se debería hacer es recordar el pasado tal y como fue.

Lo dejé pasar y siguió la retahíla que el guión le marcaba, sin añadir nada que un lector cualquiera del autor de Arroz y tartana, no supiera, nos decía de su vitalidad, de su vida aventurera deÉ Etc., etc.

Después llegó el turno de la diputada de Cultura, Excma. Sra. M.ª Jesús Puchalt, y aunque me dio la impresión de que, como el señor anterior, no había leído al maestro Blasco Ibáñez, de reciente, al menos siguió con las banalidades, hasta que vino el momento de la directora de la Casa-Museo, Rosa Mª Rodríguez, que me hizo recobrar un poco del calor que hasta entonces había faltado, con la desafortunada aseveración del señor Varela de que "Blasco Ibáñez había inventado el paisaje valenciano de cañas y barro (¿?), y la contradicción, en mi opinión, cuando dice de la contribución de Blasco Ibáñez a la "identidad valenciana, poco identitaria (¿?), abierta y leal a Valencia y España", cuando uno que se siente discípulo del maestro, sabe muy bien de su amor a Valencia toda y España, si, pero dentro de una Federación Republicana Unitaria.

Dejando fuera todo cuanto hizo Blasco Ibáñez por su país, dentro y fuera de él, siempre pensando en la gente, el pueblo, el trabajador, pedía una universidad para todos, mejores carreteras para el labrador, no olvidó nunca a los pueblos de la Serranía, visitando Bugarra y otras pequeñas poblaciones, dijo al mundo lo que España fue, resaltó al Papa Luna, a los países hispanosÉ Y sobre todo, dejó claro que el castellano ya no era patrimonio de Castilla, si no de todos los españoles que adaptaron esta internacional lengua como la propia, aparte los líos políticos arribistas de las provincias. Tanto es así que me place transcribir una obrita suya publicada en valenciano (Del pueblo (¿?) en el semanario El cuento del dumenche: En la porta del Sel, n.º 3 y que después fue traducida al español en la recopilación Cuentos valencianos. En la porta del Sél (Cuento de l'horta): "Sentat en lo bancalet de la pórta de la tenda, el tio Beseroles, corbella al puñ, fea ralles en la terra, mirant de costat á aquella chent de Valensia que, en derredor de la tauleta de llanda, empinaba el barral y ficaba les mans en el plat fondo plé de botifarres en óli". (sic)

Nada de esto se dijo, ni del limosín, niÉ De su afecto por los animales, véase El ogro (cuentos grises y La condenada y, desde luego Sangre y arena: "¡Pobre toro! El nacional cerró los ojos y apretó los puños. Rugía la fiera: la verdadera, la única".

Y 2011 como 1928. Rode la bola a la valenciana seguimos igual, nada ha cambiado, o somos, tal vez, peor.