El mundo del flamenco se vestía ayer de luto con la muerte del guitarrista Enrique Jiménez Ramírez, más conocido como Enrique de Melchor, que fallecía en la Clínica de La Luz de Madrid a los 61 años de edad a causa de una grave dolencia que muchos creían había logrado superar.

Enrique de Melchor, nacido en la localidad sevillana de Marchena el 15 de julio de 1950, era hijo del también guitarrista Melchor de Marchena. "Figura indiscutible del toque, estaba considerado el guitarrista que mejor conocía los secretos del cante", según admitían ayer quienes le admiraban.

Enrique de Melchor, que acababa de grabar un álbum con el cantaor pacense Guadiana, marchó a Madrid con doce años de edad, donde su padre trabajaba entonces en el famoso tablao de Manolo Caracol "Los Canastero". Su primera grabación sonora fue acompañando al maestro Antonio Mairena.

Maestro del acompañamiento, tocó y grabó con las máximas figuras del cante, como El Lebrijano, José Menese, José Mercé, Enrique Morente, Fosforito, Carmen Linares, entre otros, además de trabajar durante dos temporadas con Paco de Lucía, con el que realizó giras internacionales, además de colaborar discográficamente en los primeros años de la década de los setenta.

Ya como solista, Enrique de Melchor, que será enterrado en la capital de España, recorrió los más importantes escenarios del mundo como el Queen Elizabeth Hall de Londres, el Teatro Real de Madrid, el Liceo de Barcelona, Carnegie Hall de Nueva York o The Guildhall Bath de Londres.

José Menese quien se refería al guitarrista como "Mi compadre" recordaba ayer que, tras varias décadas de colaboración conjunta, decidió emprender el camino en solitario porque estaba "cansado" de tocar en festivales por Andalucía, aunque sufrió "un resbalón" por esta decisión.

El cantaor Diego el Cigala señalaba que "era un bendito, era bueno desde que se levantaba hasta que se acostaba, y no es un tópico, es que mejor persona no se podía ser, y como artista, era la rehostia", dijo. "Tenía el conocimiento de lo que era tocar la guitarra para cantar, que hoy día no saben tocar la guitarra para cantar: era un guitarrista de cantaores", destacaba.

Para el también guitarrista Manolo Sanlucar, Enrique de Melchor era un "hombre que traía todas las raíces tradicionales pero que buscaba la vanguardia. Ha sido muy positivo para nuestra cultura guitarrística su presencia porque la tradición en aquella época se expresaba mediante un entendimiento de la guitarra cercano a lo primitivo y Enrique era uno de los que entendían que la guitarra va por un camino de más contenido y basa su toque en esa búsqueda de la armonía y complejidad".