De Osias Beert posee el museo del Prado (n.º 1.606), un bodegón firmado con ostras, pan, dulces y copas de cristal. Tiene un formato cuadrado y procede de la colección de Isabel de Farnesio: el símbolo de la flor de lis lo prueba. No existía problema en cuanto a su autoría y origen. Nada parece conmover este estado de cosas, pero a pocos kilómetros del Museo del Prado en camino por el paseo de los Jerónimos hacia Oriente, en el Palacio Real, hay otro bodegón de formato vertical e igual altura, pero sin firma ni rastro de su origen. Está catalogado a Van der Hamen, pintor español formado en el realismo tenebrista de principios de siglo; mas estimado por las flores y bodegones, aunque no falten pinturas devotas. Los dos bodegones tienen en común la flor de lis, la caligrafía de los números y el soporte de madera.

Hasta aquí la situación de estos dos bodegones distanciados por el espacio, en dos colecciones de la villa de Madrid. La flor de lis del bodegón del museo del Prado prueba su procedencia del Palacio de la Granja, igual que el bodegón vertical con jarra y dulces del Palacio de Oriente catalogado a nombre de Van der Hamen. Poco más cabe añadir de esta pintura hasta estos últimos años.

Una casual consulta de una antigua alumna, hoy conservadora del Palacio Real, me notificó la existencia de un bodegón en tabla de Van der Hamen en la colección del Palacio Real, en el taller de restauración. Es extraño el soporte en tabla en la producción de Van der Hamen y la extrema exquisitez que adivino en la fotografía que tenía a la vista invitaban a la curiosidad. Tuve ocasión de examinarla con atención. Fue afortunada la visita. Pude fijar la historia externa y el imprevisible submundo de una restauración motivada por intereses al límite de la especulación. Quizá no fue esta la razón pero hubo una agresión a la integridad formal y estética a la tabla. Las consecuencias nos desvían la historia de uno y otro bodegón que intentamos encajar en este artículo.

Es un caso de mutilación de una obra de arte que se divide y dispersa en dos partes: una queda en el Palacio Real y otra fue enviada por decreto de Fernando VII al Museo del Prado.

No fue una manera de especular, puesto que las pinturas quedan en la colección real del palacio y Museo del Prado. Pero es un hecho que de un bodegón se hacen dos: una jarra con frutas confitadas y dulces en el palacio; y copas, pan con mosca, cajas de dulces y un plato de ostras en el Museo del Prado. Los dos bodegones forman una composición típica en los pintores flamencos del primer tercio del siglo XVII. La tabla está dividida en dos bodegones ya en el siglo XVIII, como prueba la localización en el inventario de Isabel de Farnesio de 1746. El de palacio lleva el nº 701: "otro en tabla de mano flamenca dos platos de Talavera con bizcochos y confitura y un jarro en medio de media vara de alta y un pie y diez dedos de ancho", y el del Prado el nº 178: "una pintura original en tabla de autor no conocido que tiene un plato con ostras con concha, un panecillo y en el una mosca, es de una tercia y siete dedos de alto media vara y cinco de ancho".

Así que en el siglo XVIII se tenían por dos pinturas sin asociar. Los inventarios de la corona no leyeron la firma del bodegón del Museo del Prado, que trascribe el catálogo de 1920 como Obeet (por incorrecta lectura) y el último de 1972 de Sánchez Cantón como Osias Beert, pero pensando en el más joven de la dinastía.

En fin, la extrema finura, técnica y modelado del bodegón del Palacio de Oriente está lejos de la monumental concepción plástica del maestro español a quien se atribuye. Este en la línea de Sánchez Cotán, Zurbarán o Velázquez, pero la exquisitez de los utensilios y variedad de luces es familiar a Osias Beert.

Análogos son los bodegones del Museo Real de Bruselas y Bellas Artes de Gante. La jarra es un modelo típico de los Países Bajos, inexistente en España. Los objetos están tomados desde un punto de vista alto, típico de Osias Beert, relegando la jarra y las copas a segundo plano, con un sistema de yuxtaposición y fondo en sombra con preparación blanca, ajena a la pintura española.

Transmite la visión táctil de la naturaleza plástica de los objetos como sólo consiguen los pintores flamencos. Refuerza la tesis de dos pinturas mutiladas el análisis del reverso de ambas tablas. Una y otra acusan igual corte vertical en el lado derecho de la del Palacio de Oriente, y en el lado izquierdo de la del Museo de Prado; ajustando la unión y las vetas de la madera. Es la misma continuidad del dibujo en la capa de pintura. No es difícil juntar las fotografías del reverso para reconstruir el bodegón en su origen, con los cortes a bisel originales en los extremos laterales.

Pero es obligada la interrogante: ¿Cuándo se produjo esta mutilación y cuál fue el motivo de la misma? En las dos tablas sin asociar hasta este momento, está la numeración y la flor de lis de la colección de Isabel de Farnesio. La parte del bodegón del Museo del Prado fue localizado su autor por la firma; pero la otra siguió a nombre de Van der Hamen hasta la intervención de quien esto escribe.

La profesora Edith Greild lamenta la escasa mención de Osias Beert en los siglos XVII y XVIII, registrando solo dos casos en la colección de Antoinelle Wiael y la parte firmada del museo del Prado. Hoy añadimos la que hemos estudiado en el Palacio de Oriente. Es la parte izquierda con aparente unidad y evidente su autoría. Hoy la unimos a las escasas obras firmadas del artista. Habían vivido separadas por espacio de tres siglos. Es de esperar que algún día puedan unirse en la realidad como hemos hecho nosotros en la virtual convivencia de la fotografía en este artículo.