Obras de Dukas, Lalo y Chaikovski

Palau de la Música (valencia)

Alexandre da Costa (violín) y Orquestra de València. Director: Günter Reinhold.

En primera actuación de 2012, la Orquestra de València contó con la colaboración de dos músicos ya conocidos por ella y sus seguidores. El violinista canadiense Alexandre da Costa (Montreal, 1979) aún mantiene muy fresco el recuerdo de su participación en el estreno, el pasado diciembre, de la obra Fulgores de Lorenzo Palomo. En cuanto al director austríaco Günter Neuhold (Graz, 1947), su nombre irá siempre asociado al de otra violinista, Hilary Hahn, cuyo acompañamiento dirigió hace una década.

En la Sinfonía española de Lalo, Da Costa gustó por la enorme riqueza de su paleta tímbrica, su afinación impecable y el dominio de los reguladores dinámicos. No terminó sin embargo de encontrarse un terreno interpretativo común con la tendencia de Neuhold a demandar demasiada fuerza en todos los pasajes de dinámicas bajas y a reducir al menos la rotundidad de casi todos los ataques que se esperaban más decididos. La sección de cuerdas estuvo especialmente chillona dentro del espesor orquestal con que como consecuencia se produjeron por ejemplo los tutti del primer movimiento. Los dos últimos, Andante y Rondó (éste con una buena reducción de metraje hacia su conclusión), sonaron desangelados por razones opuestas que no contradictorias.

La entusiasta acogida del público que llenaba a rebosar la Iturbi fue correspondida con el regalo de Manic Depression, de Jimi Hendrix. Que la versión de Da Costa y Mariano García, primer violonchelista de la orquesta, acabara por resultar lo más memorable de la velada constituye un síntoma muy revelador.

En la segunda parte, la Patética alternó los motivos de elogio con los de reserva. Salvo el final, todos los movimientos se llevaron a mayor velocidad de la aconsejable, pero sólo el tercero, con una sección de metal que ya se había lucido en la Fanfarria de La Peri ofrecida como exordio, respondió al espíritu de estos pentagramas. Compartieron el platillo de los méritos las intervenciones del clarinete Herrera y del timbalero Eguillor (¡qué final del desarrollo!) en el Allegro non troppo.