¿Qué línea de investigación o trabajo le ha supuesto mayor esfuerzo en el Consell Valencià de la Cultura?

La más importante fue el tema de la lengua valenciana. Por aquella época, le hablo de hace unos 12 años, las cosas estaban verdaderamente mal y se utilizaba la lengua desde el punto de vista político. Por entonces, Zaplana era el presidente de la Generalitat y Camps, que tanto sale en los periódicos, era el conseller de Cultura. Trabajamos mucho, tanto que recuerdo que a Zaplana le iban a operar en Alicante y me decía por teléfono: "Hasta que me anestesien, cuénteme". Fíjese cómo estaban las cosas que yo he salido de este edificio (del Consell Valencià de Cultura) custodiado por la policía porque había una serie de energúmenos ahí en frente con sus banderas tratando de hacer daño. Recuerdo que fueron varios meses de trabajo, pero al final se llegó a un acuerdo importante, y como consecuencia de nuestro dictamen se consiguió la formación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Algo que algunos de estos energúmenos no me perdonan. Ahora se les ha pasado un poco, pero cuando llega el 9 D'octubre, el día más importante de la Comunidad Valenciana, todavía me insultan y me tiran dinero. Afortunadamente no eran monedas grandes, sino pequeñas (risas).

¿Y cuál es ahora su mayor preocupación en el Consell Valencià de Cultura?

El empleo de los estudiantes universitarios. Nos preocupa el paro en todos sus aspectos, pero sobre todo el paro en los jóvenes estudiantes. Por ese motivo, actualmente, estamos elaborando un estudio con entrevistas a universidades de toda Europa, como la de Luxemburgo, para conocer el problema. De este modo, queremos conseguir un documento que pueda servir a las universidades. Porque tenemos que proteger a los jóvenes de la crisis.

¿Y podemos proteger la cultura en estos tiempos de recortes e incertidumbre?

La cultura y la ciencia son las dos áreas que peor lo pasan en tiempos de crisis. ¿Y sabe lo que pasa? Pues que la ciencia es el futuro y siempre va a estar ahí porque habrá alguien con nuevas ideas... Lo que ocurre es que la ciencia tarda años en dar sus frutos. Por eso la cultura y la ciencia no la tienen en consideración los políticos que, generalmente, solo piensan en persistir y ganar votos.

¿Y les dice eso a la cara?

Escribo cartas constantemente. Hago continuamente lo que puedo. Hay que ser repetitivo y repetirlo muchas veces.

Pero es cierto que, en cuanto metes la política de por medio, lo estropeas. ¿Un ejemplo? El Centro de Investigación Príncipe Felipe.

En cuanto a cajas de ahorros, recientemente el Consell Valencià de Cultura mostró su preocupación por los legados de Carlos Arniches, Azorín, Gabriel Miró u Óscar Esplá que conserva Caja Mediterráneo. ¿Cree usted que todo esto ha mejorado con la absorción del Banco CAM con el Sabadell?

Hay que proteger esos papeles y lo más importante es que el Sabadell los tome en consideración. Porque los legados no pueden ser importantes 300 años después como solemos hacer, sino tienen que serlo ahora. Se necesita para ello que estén en manos alicantinas. Uno de nuestros consejeros, el profesor Francisco Moreno Sáez, nos ha insistido mucho en este tema e, incluso, hemos pensado en dirigirnos al Sabadell para que tengan en cuenta y sepan la importancia de estos legados.

¿Va con frecuencia al cine?

Tanto como puedo. La última, El discurso del rey.

¿Y qué le dice el caso de Ciudad de la Luz, los platós de cine en Alicante? ¿Nos equivocamos con su construcción?

Sí, totalmente. Además, cada vez se utiliza menos este tipo de platós. Fue un error cultural y fue mi compañero Berlanga quien insistió y ahora se está intentando vender... Es como todo, y todos nos equivocamos. Yo quiero mucho a Berlanga y a toda su familia, pero creo que le sucedió lo que me pasa a mí con mis hijos: pienso lo que me gastaba cuando era joven y no entiendo lo que se gastan ellos ahora con ciertas cosas tan caras.