La Sociedad Filarmónica de Valencia cumplirá 100 años de fructífera existencia el próximo 19 de febrero. La valoración general que se puede hacer de la labor realizada todos estos años es muy clara: la Sociedad Filarmónica dinamizó (y sigue haciéndolo actualmente) la vida musical valenciana ofreciendo una temporada estable de conciertos de calidad. En dichos conciertos se presentaron ante los socios los mejores intérpretes y agrupaciones de cada momento así como un amplio repertorio que incluía muchas obras contemporáneas desconocidas en Valencia. Sin la existencia de la Filarmónica, la vida musical valenciana sería bien diferente, a buen seguro menos prolífica ya que durante décadas la entidad valenciana fue la única institución con capacidad para organizar conciertos regularmente.

El nacimiento de la Filarmónica de Valencia se enmarca en la proliferación de varias entidades similares a lo largo de toda España a finales del XIX y principios del XX. Entre ellas las Filarmónicas de San Sebastián (1895), Bilbao (1896), Madrid (1901), La Coruña (1904), Zaragoza (1906), Oviedo (1907), etc. La de Valencia nació en 1912 a instancias de la Filarmónica de Madrid. La razón por la que la entidad madrileña fomentó la creación de nuevas Filarmónicas se justificaba por un interés propio: cuantas más entidades hubiera, más rentables y atractivas serían las giras que se podrían ofrecer a los artistas. Desde su nacimiento, la Filarmónica de Valencia ingresó en la Unión de Filarmónicas que, desafortunadamente y por el individualismo de algunas entidades, desapareció en los años veinte.

El Director del Conservatorio de Valencia en 1911, Ramón Martínez Carrasco, fue la persona que dio los primeros pasos para convocar a un buen número de aficionados a la música en Valencia y aprobar el reglamento fundacional de la Filarmónica. Fruto de sus gestiones, la entidad comenzó a funcionar con 250 socios que pagaban mensualmente una cuota de cinco pesetas en plata y que tenían derecho a un «pase de señora» adicional.

Pronto la Filarmónica se convirtió en punto de encuentro para la burguesía valenciana necesitada de una mayor oferta de ocio. En la Filarmónica se reunían no sólo los aficionados a la música de la ciudad, sino todos aquéllos que destacaban en la sociedad local del momento.

Primeros conciertos

Los primeros conciertos de la Filarmónica se realizaron en el salón de actos del Conservatorio pero pronto se vio la conveniencia de trasladar la sede habitual a un local de mayores dimensiones que permitiera aumentar la masa social y, en consecuencia, los ingresos. El cambio de sede tuvo lugar definitivamente en el curso 1923-1924 en el que por primera vez todos los conciertos se realizaron en el Teatro Principal. No obstante, los numerosos problemas con los empresarios de este Teatro, como el aumento indiscriminado del alquiler o la anulación de fechas ofertadas en un primer momento, motivaron el deseo, finalmente frustrado, de construir un local propio o, en su defecto, adquirir uno de los de la ciudad (sabemos que se negoció la compra del Apolo a principios de los cincuenta pero los 5.000.000 de pesetas que pidió su dueño dieron al traste con la aspiración de la Filarmónica).

Los años veinte fueron una etapa de gran apogeo en la Sociedad: a finales de 1929 se alcanzó la cifra de 1657 socios cuyas cuotas generaron unos ingresos muy elevados que permitieron la contratación de los mejores intérpretes del momento. Según la prensa de la época, gran parte del mérito del esplendor que experimentó la Filarmónica antes de la Guerra Civil se debió al arquitecto valenciano Enrique Pecourt, socio fundador que ingresó en la junta de gobierno en 1923 y que permaneció vinculado a ella hasta su fallecimiento en 1946.

Interesante fue el papel de la Sociedad Filarmónica durante la Guerra Civil. En un contexto tremendamente complicado, la entidad valenciana consiguió adaptarse a la situación y no interrumpir la programación de conciertos lo que, probablemente, ayudó a una parte de la sociedad valenciana a soportar mejor la angustiosa situación que se vivía. Durante el conflicto bélico en España, la Filarmónica contrató mayoritariamente a intérpretes y agrupaciones valencianos, destacando el pianista Leopoldo Querol que sólo durante el curso 1937-1938 ofreció nueve conciertos posibilitando así la continuidad de la entidad local. Es destacable también la rápida recuperación de la masa social de la Filarmónica. Por un artículo publicado en la Revista Ritmo en 1944 sabemos que el número de socios ya alcanzaba entonces los 1600.

Oferta variada

Hay que señalar la variada programación que tradicionalmente se ha ofrecido a los socios: conciertos sinfónicos, solistas (especialmente pianistas), música de cámara y en menor medida música vocal e incluso representaciones de danza. En los cien años de historia que atesora ya la Sociedad Filarmónica de Valencia, la preocupación de las distintas juntas de gobierno por ofrecer una programación del agrado de los socios ha sido constante. No obstante, se observa cierta evolución en los conciertos organizados. Aunque la presencia de agrupaciones sinfónicas y pianistas ha sido habitual, en las últimas décadas (especialmente en los años ochenta y noventa) aumentó significativamente el número de cantantes y con el cambio de milenio se acentuó también el concurso de orquestas de cámara, procedentes en su mayoría de la Europa del este.

Durante buena parte de su existencia, la Filarmónica contó con la colaboración de agrupaciones sinfónicas locales que ofrecieron un repertorio orquestal interesante en el que no faltaron los conciertos acompañando a solistas, muy del gusto de los socios. Destacaron por sus elevadas participaciones la Orquesta Sinfónica de Valencia que casi siempre dirigida por José Manuel Izquierdo fue la agrupación orquestal residente durante los años veinte y treinta así como la Orquesta Municipal que, curiosamente, fue dirigida por numerosos directores invitados desde su creación en 1943, posibilitando así que los socios de la Filarmónica pudiesen conocer un repertorio variado y novedoso al mismo tiempo que a destacados maestros del momento como Eduardo Toldrá, Luis Ximénez Caballero, Ismael Granero, Ernesto Halffter, Pedro Freitas Branco, Clemens Krauss, H. Hollereiser, Pablo Sorozabal, Piero Gamba, Otto Söllner, Hans Weisbach, Sergiu Celebidache, etc.

Orquesta propia

No obstante, estuvo presente la idea de crear una agrupación sinfónica en Valencia que dependiera directamente de la Filarmónica. Así, los dos intentos más destacables fueron la Orquesta de Cámara que Daniel de Nueda dirigió durante algunos conciertos en 1940 (pero que poco después se disolvería) y la Orquesta de la Sociedad Filarmónica que el mismo maestro dirigió el uno de enero de 1950 en la que sería su primera y única aparición.

Otras destacadas agrupaciones que actuaron en la Filarmónica fueron la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Orquesta Filarmónica de Madrid, la Orquesta de Cámara de Barcelona, la Orquesta Nacional de España, la Orquesta Lamoureaux de Paris y la prestigiosa Orquesta Filarmónica de Berlín que dirigió Clemens Krauss el 26 de abril de 1942.

Los pianistas más relevantes del momento han actuado en la Filarmónica interpretando en muchos casos el repertorio por el que han pasado a la historia. Entre ellos, Rubinstein, Landowska, Magaloff, Cortot, Horowitz, Kempff, Backhaus, Brendel, Barenboim, Alicia de Larrocha, Arrau, Gieseking, Bolet, Badura-Skoda, Ciccolini, Pogorelich, Argerich, y los valencianos José Iturbi y Leopoldo Querol, cuyas carreras recibieron siempre el apoyo de la entidad local.

Otros instrumentistas fueron los violinistas Thibaud, Kreisler, Heifetz, Szigeti y los valencianos Alós y Camps; los violonchelistas Casals, Cassadó, Navarra y Fournier; los guitarristas Segovia y Yepes o el arpista Nicanor Zabaleta. De las cantantes podemos destacar a Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles, Federica von Stade o Renata Scotto.

En cuanto al repertorio, en la Sociedad Filarmónica de Valencia se han interpretado por primera vez en Valencia y en algunos casos en España obras muy novedosas en el momento de autores como Bartok, Respighi, Schoenberg, Glazunov, Webern, etc. Es destacable la visita a la Filarmónica de compositores como Falla, Ravel, Respighi o Glazunov que en algunos casos interpretaron sus obras en lo que sin duda fueron unas sesiones históricas.

Los compositores valencianos también tuvieron cabida en los conciertos, interpretándose numerosas obras de López-Chavarri, Palau, Rodrigo (los tres autores locales más programados en la Filarmónica), Gomá, Garcés, Asencio, Llácer Pla, M. Salvador, Sánchez, Cano, etc.

La trascendente labor realizada por la Sociedad Filarmónica de Valencia ha sido reconocida por distintas instituciones. Recordar también las distintas juntas de gobierno que, con abnegación, trabajaron para situar a la Filarmónica (y con ella a Valencia) en la vanguardia musical europea. La trascendental trayectoria de la Sociedad Filarmónica de Valencia así como la calidad de los conciertos que hoy día sigue programando por una modesta cuota son motivos más que sobrados para que la sociedad valenciana actual siga apoyando a esta centenaria y noble institución.