Un anciano a punto de ser desalojado. Eso sí que no es ficción hoy…

La idea era hacer una novela coetánea, pero no protesta. Venía bien un personaje tan real, empobrecido, algo que hace 15 años podría sorprender, pero hoy es habitual.

¿Anotar citas es una costumbre también del autor?

No, de verdad. No las tenía preparadas, tuve que buscarlas y fue la parte más trabajosa del libro, labor de rata de bibiblioteca.

Si se tuviera que quedar con un fragmento de esos clásicos…

Quizá el último, el de Proust, aquel de que la literatura es la vida, es la idea que ronda toda la novela, todo lo que pensamos, vivimos y nos configura son nuestras lecturas, imitamos lo que hemos leído.

¿La pérdida de los libros es un símbolo de la pérdida de importancia de la literatura?

Podría entenderse así. La idea era que desprenderse de la literatura es deshacerse de lo que más quieres. El personaje vive entre libros y venderlos es vender la vida.

La trama sería imposible con el libro digital, porque los libros ya no pueden revenderse, no tienen valor como objeto…

Es verdad. Creo que el concepto del libro cambiará con lo digital y las nuevas generaciones harán un uso de usar y tirar, como pueden hacer ahora con la música.

Pues no habrá nuevos clásicos…

El libro tendrá que reinventarse y habrá espacio para todo. Igual que hay gente que compra hoy vinilos, el libro siempre tendrá su valor como objeto de culto. Los que lo tienen peor, creo, son los best seller, que tendrán sólo unos meses de vida, luego desaparecerán y a nadie le importará.

¿Perder la memoria es el peor futuro?

Es un futuro terrible; es más una maldición que una enfermedad. Tiene algo cruel.

¿Nuestra sociedad olvida demasiado o es necesario para seguir adelante?

Olvidamos muchas cosas que no deberíamos, como la memoria histórica. Perdonamos con mucha facilidad cosas imperdonables, con el pretexto de la reconciliación. Somos demasiado buenos, aunque a veces es hacer como que olvidamos.

Usted que es profesor, ¿tienen motivos los jóvenes para protestar?

¿Que si tienen motivos? Nadie puede entender que los alumnos pasen frío y que la educación se haya degradado de una manera exagerada y sin vergüenza. Lo que está pasando es una barrabasada. Dentro de todo lo malo, el coraje de los jóvenes de decir hasta aquí hemos llegado es un ejemplo para los adultos, que aún estamos dispuestos a tragar más sin plantarnos.

¿Pasa página de la literatura juvenil?

No, he publicado hace poco, igual que sigo haciendo poesía. Variar me permite oxigenarme. Creo en la literatura juvenil, aunque se considere de segunda. Es la que hace de unión entre la de niños y adultos y hay que cuidarla, porque coincide con la complicada época de la adolescencia.