Al poco de constituirse la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) en 2001, la expresidenta Ascensió Figueres aventuró que la obra cumbre, el Diccionari Normatiu Valencià (DNV), estaría en cinco años. Han pasado más de diez y la contribución lexicográfica de la entidad a la paz lingüística continúa en el horno, pese a que la primera redacción se concluyó en la primavera de 2008. El nuevo equipo de gobierno quiere pisar el acelerador en esta cuestión y ha planteado para ello una reordenación interna, que deberá aprobarse en el próximo pleno, a finales de este mes. Aunque oficialmente se evitan compromisos temporales, el plazo que se maneja es tener el DNV en un año.

La pretensión del nuevo presidente de la AVL, Ramon Ferrer, es que todos los académicos se reúnan a partir de ahora una vez al mes con el contenido del Diccionari como tema exclusivo. Se tratará, por tanto, de un segundo plenario (oficioso) cada mes.

Hasta ahora, la redacción de la obra ha recaído en una comisión de cuatro miembros (Jordi Colomina, Rafael Alemany, Artur Ahuir y Josep Palomero), cuyas propuestas pasaban después por la sección de Lexicografía, la más poblada de la Acadèmia, con catorce componentes del total de 20 de la institución en estos momentos (falta por cubrir la vacante de Figueres, que dimitió para irse al Congreso de los Diputados por el PP).

La comisión seguirá funcionando, aunque se quiere ampliar a seis. Lo que se pretende hacer además es abrir el debate en la sección de Lexicografía a todos los académicos.

El fin es aligerar el trámite final, aseguran fuentes de la entidad. Aunque no se dice, la medida también ayudará a evitar sobresaltos de última hora, porque todos los materiales ya serán conocidos y habrán sido discutidos por todos los académicos llegado el momento de la aprobación definitiva.

Todo diccionario normativo es el sello de cualquier institución lingüística. Con el DNV ocurre lo mismo, de ahí que levante tantas expectativas como suspicacias, incluso dentro de la casa con sede -provisional- en San Miguel de los Reyes. El coordinador de la obra es el catedrático de la Universidad de Alicante Jordi Colomina, cuyas propuestas han sido recibidas en ocasiones con uñas por la ortodoxia científica. El lexicógrafo ha defendido un acercamiento de la normativa a la realidad de las hablas valencianas y ha propugnado la construcción de puentes con las Normes del Puig y la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV).

Al margen de lo estrictamente lingüístico, la reorganización tendrá efectos sobre las arcas de la AVL. Al pasar de 14 a 20 componentes, cada reunión mensual sobre el Diccionari costará más de 6.000 euros en "indemnizaciones" a los académicos (algo más de 300 euros por cabeza). Las de la comisión pasarán también a costar unos 2.000 euros. Unido a lo "invertido" en más de diez años de estas sesiones, al final el coste de la magna obra se acercará al millón de euros.