?San Salvador de Tábara, el monasterio del Scriptorium donde el monje Magius alumbró los Beatos de Morgan (o de San Miguel) y el de Tábara en el siglo X, fue levantado sobre restos de una antigua iglesia visigótica a instancias del rey leonés Alfonso III. Bajo su patrocinio, se erigió un cenobio dúplice, de monjes y monjas, bajo una administración común.

Por su texto fundacional, que asegura que en él se congregaron "más de 600 monjes de uno y otro sexo al servicio divino", debió ser el más ambicioso de la zona.

Bajo la denominación de "beatos" se compilan manuscritos que se refieren, sobre todo, a comentarios al Apocalipsis de San Juan, el último libro del Nuevo Testamento, atribuidos a un monje llamado Beato, que llegó a ser abad de San Martín de Turieno en Liébana (Asturias) y que vivió hacia mitad del siglo VIII. Los textos carecen de importancia literaria, lo que destaca es su iluminación, con espléndidas miniaturas.

Con Magius como maestro, desde del scriptorium tabarense se alumbró un nuevo estilo de ilustración en el que confluyen la herencia carolingia y la influencia del Islam a través de la cultura mozárabe. John Williams, de la Universidad de Pittsburg, el mayor experto internacional en este tipo de manuscritos, denomina a Magius "el Picasso del siglo X". Y como tal, dejó dignos sucesores, entre los que se encuentra En.

El Apocalipsis fue el tema más copiado, acompañado de ilustraciones gráficas de contenido escatológico como enseñanza sobre las consecuencias del pecado. Se conservan 27 beatos, de los que tres salieron de Tábara.

El denominado Beato de Girona fue concebido en el monasterio zamorano en 975 y donado a la catedral gerundense en 1078. Además de ser uno de los mejor conservados, guarda 114 miniaturas en las que se aprecia con rotundidad la influencia islámica y como particularidad añadida, representa escenas de la cristiandad que no son comunes en otros beatos.

En ambas singularidades, los investigadores aprecian la mano de la pintora En, a la que se atribuyen amplios conocimientos de la literatura sacra, lo que le permitió añadir esas nuevas imágenes, un amplio ciclo iconográfico dedicado a la vida de Cristo, incluida una Crucifixión cuyo estilo recuerda ya al próximo románico.

Las investigaciones sobre las miniaturas del códice de Girona indican que En sería la responsable no sólo de un cambio significativo con respecto al estilo de Magius, con una mayor policromía y vigor en las formas, sino también de los primeros ensayos para sustituir el aspecto plano mediante una representación del volumen y un naturalismo incipientes, como antecesores del arte románico.

En el colofón del códice de Girona aparecen identificados sus autores: el escribano Senior, el abad Dominicus y dos miniaturistas: uno de ellos, el monje Emeterius, fue el continuador del Beato de Tábara, que dejara inconcluso Magius. Y en el mismo aparece también la firma de la pintora: "En, pintora y servidora de Dios (Dei Aiustrix). El hermano Emeterio, presbítero. Finalicé el volumen el sábado, seis de julio. En esos días Fernando Flaginiz de las Villas ocupaba la ciudad de Toledo para abatir en lucha a los árabes, discurriendo la era 1013", (año 975 en el actual calendario).

Williams considera "chocante" la aparición de un nombre de mujer en primer lugar, por delante de Emeterius. Es el primero de los muchos interrogantes que se plantean. Es la única mujer asociada a la producción de un comentario de Beato o en cualquier otro libro iluminado de su tiempo. Pero Williams precisa: "Dei aiutrix era, asimismo, título honorífico otorgado a personas no religiosas, de alto rango, de forma que el estatuto civil de En no está todavía claro. Las monjas podían ser escribas y la designación ýdepintrix" indicaría dicho estatus. En lectura más literal quizá significase que era pintora".

Aunque en un principio la miniaturista fue conocida como Ende, la historiadora María Rosa Ferrer Dalgá advirtió pronto que existía un error de lectura. Señala un pequeño espacio entre letras, de apenas tres milímetros, que revela el nombre auténtico como En. E nombre pudiera derivar del germánico Haim, del que deviene el actual Enrique y de "haim ric", casa poderosa, que en catalán daría origen al apellido Eimerich.

En su último trabajo sobre el Scriptorium de Tábara, Williams llega a apuntar que las miniaturas se pudieran hacer de forma separada de la escritura. Carmen Beatriz de Paz apunta la posibilidad de que En fuera una religiosa procedente de otro monasterio y da el nombre de Santa María la Real de Piesca, en la región de Liébana. Lo que está claro es que el Beato de Girona es el único que conserva la firma de la primera pintora documentada en la Europa Occidental.