La investigación se ha prolongado más de una década y en unos meses será publicada en la revista de Historia más prestigiosa de España. El objetivo es revisar el viejo mito historiográfico del supuesto desinterés de los valencianos en la recuperación de sus fueros. Porque en contra de lo que sucedió en Cataluña y Mallorca (cuyos Decretos de Nueva Planta respetaron el derecho privado) y Aragón (que logró que Felipe V le devolviera en 1711 sus leyes municipales y costumbres civiles abolidas), Valencia se quedó sin recuperar el derecho foral propio.

Aquello constituyó un caso tristemente único y excepcional en los territorios de la Corona de Aragón, tradicionalmente achacado a un meninfotisme local avant la lettre porque al pueblo y a los oligarcas valencianos, se decía, les era «por completo indiferente» recuperar los Furs. Pero ahora, el profesor de Història del Dret de la Universitat de València, Javier Palao, «impugna» esta versión de la Historia con la aportación de nuevos datos y revelaciones. La más importante: Palao ha localizado un total de once intentos de las autoridades valencianas por recuperar los Furs entre 1707 y 1810. Pero al contrario de lo que sucedió en Aragón, Felipe V y sus sucesores en la Casa de Borbón nunca contestaron a las peticiones. Y no fue porque los valencianos no lo intentaron.

Baste sólo un ejemplo de los destapados por el profesor Palao. El 5 de febrero de 1710, sólo tres años después de Almansa, Felipe V pide a las chancillerías de Aragón y Valencia un informe sobre la eventual devolución de los Furs tras reconocer que la Nueva Planta no ha arraigado ni es aceptada plenamente por unas poblaciones apegadas a sus antiguos fueros.

La chancillería, el más alto tribunal del Reino de Valencia, respondió con un informe favorable a la pretensión de recuperar los Furs en términos amplios, «recomendando incluso la restitución de la vieja Audiencia y de la figura del virrey como presidente; también la Diputació General y el municipio foral se conservarían, reformados en los necesario», subraya el investigador. El informe llegó a manos de Felipe V en marzo, pero el recrudecimiento de la Guerra de Sucesión en Cataluña desvió la atención del rey sobre este asunto. Y se perdió la oportunidad.

La «igualación» frustrada

Y así fue frustrándose un intento tras otro. Nunca era el momento propicio para que Valencia consiguiera la «igualación» a sus territorios hermanos en materia de conservación del derecho foral, incluso a pesar de haberlo prometido de palabra en 1719.

Los nuevos datos y la interpretación crítica invitan a Palao a refutar los argumentos que siempre habían abonado la tesis central del desinterés valenciano. En primer lugar, rebate que «el supuesto interés y la cooperación de las oligarquías dominantes por la conservación de sus privilegios» más bien era incapacidad efectiva de actuación de la nobleza (emigrada con el archiduque o adicta al nuevo régimen), la Iglesia (descabezada y escarmentada) o los ayuntamientos (que carecían de la autonomía del municipio foral con los corregidores).

En segundo lugar, agrega que el siempre aludido «letargo de la conciencia nacional valenciana» era, en realidad, el producto de «la represión y al auge del absolutismo» borbónico. Tampoco ayudaron, añade, los castellanos que dirigieron la Administración valenciana y que demostraron «desinterés o ignorancia, cuando no hostilidad» hacia la devolución foral.

Conclusión: «Llevamos 300 años de abolición foral y sólo tres de reintegración del derecho civil valenciano, de forma parcial y sub iudice», lamenta Palao, en referencia a las leyes valencianas de Custodia Compartida y de Régimen Económico Matrimonial nacidas por la competencia legislativa civil que otorga el derecho foral del Reino de Valencia. Son los ecos del mal d´Almansa.