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"Ni soy un hombre político ni millonario. En política soy simplemente un agitador, un artista dedicado a la acción. El día que triunfe la República en España la serviré en los primeros momentos si me necesita, pero con el deseo de volverme a mi casa cuanto antes. No quiero desempeñar ningún cargo político, por alto que sea. Me aburre la vida política en el sentido vulgar de la palabra y jamás volveré a ella". Corría el 3 de julio de 1925 y era uno de los párrafos de las primeras cartas que Blasco Ibáñez cruzaba con Emilio Gascó Contell, editor y entonces un joven hombre de letras que escribía una biografía sobre el novelista y político.

Ahora, tanto las cartas cruzadas entre 1925 y 1927, un año antes de la muerte del escritor-veinticuatro misivas que se encuentran depositadas gracias a los herederos de Gascó en la casa Museo Blasco Ibáñez- como la biografía que logró escribir, acaban de ser editadas en dos volúmenes por el Ayuntamiento de Valencia.

Blasco se muestra en ellas como un hombre de gran carácter, muy decidido. Ha conquistado el mundo y exige, por tanto, una biografía a la altura de su figura. De ahí, los reproches que realiza a su interlocutor, pero también refleja momentos íntimos que permiten descubrir sus múltiples caras. Las cartas son respuestas que Blasco va ofreciendo según avanza en la lectura de los manuscritos de su biografía y las propias correcciones que incorpora o quiere matizar.

Y, por ejemplo, manifiesta su deseo de que su casa de Fontana Rosa en Menton, donde muere en enero de 1928, sea donada para convertirse en una residencia de escritores o su interés por saldar cuentas con los miembros de la Generación del 98 que lo denostaron y no quisieron reconocerlo como uno de los suyos ya que lo consideraban estéticamente cuestionable, periférico y muy naturalista.

Así, cuando se refiere a sus últimas novelas como "poemas en honor de las verdaderas glorias españolas", anota que "todas ellas se verán, traducidas a numerosos idiomas. Haré por España más que todos esos estúpidos y pilletes de Madrid que nos llaman malos patriotas a los que pretendemos regenerar y salvar a nuestra pobre patria ".

Lo bien cierto es que Blasco se vuelca de lleno en la elaboración del libro. De hecho, anima a Gascó a centrarse en la obra, aunque parta documentalmente de la escrita ya por Piollet, pero de la que no guarda demasiado buen recuerdo. "Como ya le dije-escribe-hubiera podido hacer que mis editores en Londres y Nueva York publicasen el libro de Piollet en inglés, pero como me di cuenta de qué clase de individuo era este señor...me abstuve de recomendar a mis editores que publicasen el libro, y lo mismo hice con los editores alemanes, italianos...", recuerda sin contemplaciones.

Gascó y Blasco se conocieron en Valencia en 1916-trabajaban en Prometeo- aunque su relación se consolidó en 1923 cuando coinciden en Francia. La biografía vio la luz en 1926 y los documentos reunidos en el trabajo, coordinado por Josep Carlos Laínez, tienen un interesante valor. Ya no sólo por los aspectos biográficos que Blasco quiere acentuar, sobre sus padres, su vida en Nueva York, sus ideas políticas o sus propias obras, sino también la complicada salud que le acompaña en sus últimos años.

"Hace cerca de un mes que estoy enfermo de los ojos- describe en marzo de 1927-Una segunda hemorragia me ha paralizado otra vez el ojo derecho y a fuerza de revulsivos y sanguijuelas empiezo a ver un poco y a contestar las centenares de cartas que se han acumulado en estas últimas semanas".

Aún así, enfatiza su genio y ego cuando reclama que su biografía debía de ser presentada como "interesante libro en el que se describe con la ameneidad de una novela la vida del gran novelista español, sus aventuras, sus viajes, sus éxitos enormes en las primeras naciones del mundo".

La publicación recupera también en un apartado las misivas en edición facsímil, algunas manuscritas y otras mecanografiadas. Y en ellas hay incluso un apartado de renuncia personal al concepto de valencianismo.

"El libro está muy bien, lo terrible es el puñetero valencianismo que asoma de vez en cuando, la estrecha preocupación provinciana, las manías de allá que resucita. Imagínese que he nacido en Cabezón de Arriba, que soy simplemente un español, pues por español me conocen en el mundo y no por valenciano...y siga escribiendo".