La cosa pintaba bien. Había salido Lenny Kravitz con veinte minutosa de retraso pero demoledor. Pasado de sonido, decibélico, contundente, con una versión de "Come on get it", y con un sonido atronador aunque sucio, porque el velódromo Luis Puig da en cuanto a sonido para lo que da y ecualizar allí un concierto de esta naturaleza resulta complicado.

El aforo no estaba lleno, no llegaba a la media entrada. Pero aquello sonaba a rithm & blues potente- Y así siguió con "Always on the run" y con una desatada versión de "American Woman (The Guess who cover)".

Hasta ahí todo casi perfecto. El púbico en su sitio, aunque escaso. Peleón y con ganas de ver a un Lenny Kravitz que llevaba tres años de silencio discográfico y que ha regresado con "Black & White America". Fue él quien dijo que el rock había muerto, aunque en muchos momentos su guitarra continúe sonando a Hendrix.

Todo iba como una seda, con iluminación en blanco y negro, una producción mediana pero suficiente, mucho sonido y una pantalla trasera que simulaba una montaña de picos blanca que servía como vídeo y para mostrar imágenes sensuales del artista y de las chicas que le acompañan como complemento visual enlatado. Habituados a un Kravitz en trío, en esta ocasión el cantante llegaba con teclados, bajo, batería, guitarra y, sorpresa, una sección de viento. Casi en la frontera del heavy-blues.

Y, de repente, se fue la luz, perpo no el sonido. "Se ha ido la jodida luz -dijo-, pero no os preocupéis. Yo soy la luz y esto es una fiesta. No la necesitamos. Los necesarios sois vosotros", remarcó Kravitz, que ya vestía una camiseta de tirantes y que se lanzó con una interesante versión de uno de sus clásicos: "It Ain't Over 'Til it's Over". Y a oscuras, la afrontó sin desfallecer. Al igual que "Mr. Cab driver". No fue hasta "Black And white America", eso sí en una versión muy latina, cuando poco a poco las luces del escenario volvían lentamente. Hubo momentos para las baladas y con un público que obedecía las órdenes de un Kravitz comunicativo.

La crisis hizo mella en un concierto que, en otras circunstancias, se hubiera llenado. Pero ni con las entradas a mitad de precio lo consiguió el músico americano. A la hora del cierre de esta edición, Kravitz seguía actuando en un concierto para el que había elegido una veintena de temas de toda su trayectoria artística.