Científicos asociados a nueve instituciones han obtenido las fechas más antiguas del arte rupestre paleolítico de Europa en las cuevas de Altamira, El Castillo y Tito Bustillo, utilizando el método del uranio torio, que sitúa su datación entre los 30.000 y los 40.000 años.

El descubrimiento de este equipo de once investigadores de cuatro nacionalidades, la mayoría españoles, será publicado hoy por la revista Science, que por primera vez dedica su portada al arte paleolítico español.

Según el director de Altamira, José Antonio Lasheras, que presentó ayer los resultados junto a seis de sus compañeros, se ha obtenido una datación "absolutamente objetiva" para el arte rupestre más antiguo de estas tres cuevas de la región cantábrica, que hasta ahora se relacionaba con el periodo Magdaleniense, hace entre 15.000 y 18.000 años.

El estudio se ha realizado en once cuevas de Cantabria y Asturias con conjuntos de arte prehistórico excepcionales, pero los resultados más significativos se han conseguido en estas tres cavidades, porque son las que aportan una información más relevante sobre los orígenes de la expresión artística.

En Altamira (Santillana del Mar, Cantabria) se ha datado un caballo de color rojo que fue pintado hace más de 22.000 años y un gran signo triangular sinuoso pintado en rojo de hace más de 35.600, en el Techo de los Polícromos.

En El Castillo (Puente Viesgo) se ha identificado un animal indeterminado en negro que fue dibujado hace al menos 22.600 años, un disco rojo de entre 36.000 y 34.100 años, una mano en negativa de 37.300 años, y un segundo disco rojo de más de 40.800.

En la Cueva de Tito Bustillo (Ribadesella, Asturias) se ha fechado una figura antropomorfa de entre 35.500 y 29.600 años de edad.

Pero, además de documentar el arte paleolítico más antiguo de Europa, el estudio pone de manifiesto que hace entre 35.000 y 40.000 años el arte rupestre era una forma de expresión extendida entre los grupos humanos.

Además los resultados abren la posibilidad de que los neardentales también pintaran motivos rupestres, lo que implica que esa capacidad no era exclusiva del "homo sapiens".

La investigación comenzó en 2005, cuando empezaron a publicarse dataciones de pinturas en cuevas de Francia y Portugal.