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Nacida en la calle de San Vicente de Valencia, el 19 de marzo de 1888, María Llácer Rodrigo es una más de nuestras cantantes desconocidas, sobre quien la musicóloga valenciana Ana Galiano prepara un trabajo biográfico.

Estudió en el Conservatorio de Valencia con Pedro Várvaro. Más tarde, seguiría en Milán con Vidal y Cotone. Allí coincidió con Lucrezia Bori, Elvira de Hidalgo, José Mardones, y Luis Muñoz Degraín. Después de actuar en teatros menores en España e Italia, su verdadero debut llega en 1910, con el rol de Elena, del Mefistofele, de Boito en el Teatro Verdi de Florencia. En plena juventud, fue requerida por compositores italianos como Respighi, Giordano y Mascagni.

Había debutado en 1909 en el Liceo de Barcelona como Elvira, en Ernani. Un año después estrenó en ese teatro la ópera Tiefland, ópera favorita de Hitler, basada en el drama Terra baixa, de Guimerá, musicado por Eugene d'Albert.

Pero todavía la esperaba en 1915 el Real de Madrid, donde ofreció el estreno español de La fanciulla del West, de Puccini, obra que la catapultó entre las grandes nuevas voces. De allí al Victoria Eugenia de San Sebastián, el Calderón de Valladolid, el Campoamor de Oviedo y el Pereda de Santander. Tuvo el honor de inaugurar el Olympia de Valencia, el 10 de noviembre de 1915, cantando Tosca, M. Butterfly y Manon. En octubre de 1919, ya casada con el empresario Etore Casali, se presentó en el Apolo de su ciudad natal con Aída, de Verdi.

Inusualmente dotada con una voz potente y bien proyectada en una cantante mediterránea, la Llácer incorporó los grandes roles wagnerianos como Venus (Tannhauser), Elsa (Lohengrin), Kundry (Parsifal), Isolda (Tristan) y Brunnilde (La valkiria y Sigfrido), repertorio que interpretó en La Scala de Milán, la Fenice de Venecia, el Costanzi de Roma, Comunale de Bolonia junto a protagonistas verdianas como Elvira, de Ernani, Aída, de Verdi, Elissabetta, de Don Carlo o Amelia, de Ballo in maschera, para los que contaba con sobradas facultades. Sus arias en la Arena de Verona o la plaza de toros de Valencia llegaban sin dificultad al exterior del recinto.

En 1926 debutó en la Scala con Turandot, de Puccini, volviendo a ese teatro en 1930, elegida por Siegfried Wagner y en 1932 por Víctor de Sabata. Su debut americano llega en 1930, en el Colón de Buenos Aires para asumir dos roles de envergadura: la Brunnilde, de El crepúsculo de los dioses, de Wagner y La mariscala, de El caballero de la rosa, de Strauss.

Retirada desde 1939, se convirtió en empresaria junto a su esposo, presentando artistas como Aurora Buades, Antonio Cortis, Victoria de los Ángeles o Giuseppe Di Stefano. Mas tarde, se dedicó a la docencia en el Conservatorio de Valencia. Hace ahora 50 años, el 5 de julio de 1962, la diva valenciana moría en Rávena, solo recordada en su ciudad por una calle que lleva su nombre en el barrio de Extramurs.