­En estos tiempos de crisis las empresas, también las públicas, hacen uso de una figura profesional, residente en el mundo de la bambalina y venida del mundo de los fríos números, que se encarga de depurar plantillas de asalariados y racionalizar gastos como medida preventiva para la supervivencia de la entidad. En terminología cinematográfica podría denominársele el cleaner, el personaje que viene a acometer la limpieza del patio.

Esa es la figura que la Conselleria de Economía ha pedido y ya tiene trabajando en cada uno de sus departamentos en la Generalitat valenciana: un responsable de integración, se le ha dado en llamar, encargado de adelgazar el debe y maximizar el haber, y que para el holding cultural que presentó la consellera de Cultura y Turismo, Lola Johnson, ya tiene nombre: Ernesto Moreno. Una figura económica. El término responsable de integración, en este caso, tiene todo el sentido, puesto que el pasado mayo el Gobierno valenciano ya dio a conocer la que es su nueva filosofía económica, que desmantelará el sector público: reducirá 66 sociedades, entes y fundaciones a 18 para ajustar la plantilla de los 7.555 trabajadores a, entre 3.700 y 4.500, lo que supondrá el despido de entre un 40 y un 50%.

Es el holding público de la Generalitat, que se enmarca dentro del Plan de racionalización empresarial y fundacional. Una dieta de adelgazamiento, que permitirá ahorrar en 2012 hasta 215 millones, y que deberá estar finiquitada el 31 de diciembre. No hay mucho tiempo, pues. Y es un hecho que ya están trabajando en ello por la complejidad que conlleva; por ese espírtu valenciano del lo que va davant, va davant, y por la urgencia económica de las desbancadas arcas públicas.

El fantasma CulturArts

El nuevo mapa se estructura en seis patas que abarcan las grandes áreas de transporte, sanidad, residuos, innovación, infraestructuras y cultura, arte y ocio. Este último, el que afecta a los entes culturales valencianos dependientes de las administraciones autonómica, comarcales y municipales (artes escénicas, museos, patrimonio…), se ha bautizado con el nombre de CulturArts y fue presentado de forma oficiosa por Lola Johnson el 23 de julio, en el que fue tan solo su segundo encuentro con el Consell Valencià de Cultura (CVC) en ocho meses desde que ocupa el cargo. En rigor fue como llegar para anunciar los afeitados.

En aquella reunión, Johnson solo anunció el nacimiento del holding a los miembros de la máxima institución consultiva en materia cultural. No facilitó detalles sobre su complicada arquitectura financiera, su forma jurídica o sus consecuencias laborales, que amenazan con reajustes salariales y de cargos que pierden competencias, medida ésta que tiene en vilo a algunos responsables de cada ente y no solo. De hecho, Ramón Soto, consejero del CVC por el PP y hombre cercano a Consuelo Císcar, ya preguntó entonces qué pasará con las obras que los artistas han donado al IVAM, de quién serán propiedad con la entrada del gran holding a escena.

Ernesto Moreno, el hombre

El responsable de integración en este que aparece como el fantasma CulturArts, Ernesto Moreno, estudió en la Escuela Universitaria de Estudios Empresariales SEK International University y aterrizó en septiembre de 2007 en el Palau de les Arts para ocupar la plaza de director de Administración en sustitución de Eusebio Monzó. Fue la intendente Helga Schmidt la que lo trajo exprofeso de Madrid para hacerse cargo de unas cuentas que hoy ya se han tambaleado.

En el Palau de les Arts estuvo cuatro años. Lo abandonó en agosto de 2011 al ser destituido, en medio de críticas a su gestión y graves problemas financieros y laborales —cuando Moreno entró el Palau tenía 350 empleados: hoy hiberna con solo 3 por su periodo estival tras no pocos problemas laborales en su plantilla, entre otros— por Concha Gómez, exSecretaria Autonómica de Educación la pasada legislatura, en un cambio que significaba un relevo político.

Pero Ernesto Moreno solo hizo un cambio de cromos, y ahora ya juega con la baraja más grande al aparecer como el encargado de los primeros pasos del gran ente.

Moreno dejó a Schmidt en el Palau de les Arts para pasar a Teatres con Inmaculada Gil-Lázaro, donde aterrizó en septiembre de 2011 como subdirector y en sustitución de Aquilino Medina, hombre de confianza de Rafa Miró (secretario autonómico de Cultura con Trini Miró, consellera que pidió la dimisión de Gil Lázaro): ambos cayeron.

Moreno es, en la actualidad, y todavía, la mano derecha de Gil-Lázaro al frente también de este otro dinosaurio de la cultura que tiene no pocos problemas —con el sector profesional de las artes escénicas en la calle y denunciando su estrangulamiento— con un descenso de representaciones en los teatros públicos, el cierre de espacios de exhibición, la liquidación del Circuit Teatral o un grave déficit que supera los nueve millones de euros desde 2005 al 2009, y la falta de ayuda al sector.

Según ha podido averiguar este periódico, es este mismo Ernesto Moreno, el hombre de los números, el que ya está trabajando activamente en CulturArt por su conocimiento, experiencia y bagaje. Todavía no se conoce si el puesto del integrador se asimilará al supuesto gerente que tendrá (o no: el modelo no se ha dado a conocer) cada uno de los seis holdings. Una figura, salvando las distancias, que se podría asimilar a la de los tecnócratas de los gobiernos italianos y griego.

Johnson ya ha mantenido varias reuniones con todos los directores de los entes culturales, interesados en saber cómo y qué medidas se adoptarán en este proceso integrador. Lo que parece claro es que supondrá un reajuste de plantillas y la necesidad de compartir recursos y programación, un gesto que ya quieren empezar a realizar a partir de septiembre.