El éxito del libro lo está convirtiendo casi en un guía espiritual. ¿Le pesa la responsabilidad?

Yo no soy ni guía espiritual ni un gurú, ni mucho menos un experto. El que dice que es experto es el más ignorante por llamárselo a sí mismo. El mismo Steve Jobs decía: «huye de los expertos». Yo soy una persona normal, que sigue aprendiendo, un proyecto inacabado. En parte es una responsabilidad, pero no voy con la bandera de salvador de nadie, ni mucho menos.

Cierta literatura peca de dar fórmulas que se suponen válidas para todos los problemas. No parece ser su caso.

No. Creo, además, que las soluciones dependen del momento. Por ejemplo, el que se compró la casa en 2000 hizo lo correcto en el buen momento, y el que la compró en 2006, hizo lo mismo y no acertó. Al final, uno tiene que ir buscando sus propias respuestas. No es una ciencia cierta. Yo suelo decir una frase: «ya no soy lo suficientemente joven como para saberlo todo». Hubo un momento en el que yo creía que tenía todas las respuestas y era porque me hacía pocas preguntas, me faltaban casi todas.

Usted tuvo una parte oscura en su vida, problemática, que no esconde.

Sí, pero todo el mundo tiende a dramatizar, lo exagera, pero al final la cuestión es: ¿quién no ha tenido un momento de su vida en el que se le ha caído todo encima? Precisamente por eso quizá la gente se identifica más con el libro. Todo el mundo pasa por la fase en la que parece que nada funciona y te ves víctima de las circunstancias. Ese sentimiento cada vez es más generalizado, pero siempre podemos hacer algo para recuperarnos. El problema es que el entorno ahora es el mayor ladrón de la esperanza. Hay dos crisis, una que es la económica, pero la peor de todas es la ausencia de esperanza.

¿Por dónde empezar?

Este es un asunto que no se puede resumir en una frase ni en una página. Es un tema largo y tendido que no se puede simplificar. A mi entender, son varios puntos. En primer lugar, la psicología ha demostrado que nos comportamos en función de nuestros pensamientos dominantes, que se generan en función de aquello a lo que tu le prestas más atención. Si te informas todos los días de todas las cosas negativas, estás haciendo lo perfecto para entrar en una gran depresión. Uno tiene que informarse de lo que necesita.

Parece difícil.

No podemos permitirnos el lujo de que todo lo que ocurre nos influya tan fácilmente. Hay dos mundos, el exterior y el interior. No podemos controlar el exterior, pero sí cómo reaccionamos y cómo nos afecta. Podemos comenzar a trabajar en no sobrerreaccionar, en no magnificar las cosas, en no crear expectativas de futuro enormes. Tenemos que hacer dieta estricta, un régimen de noticias negativas. Asistir a cursos, leer libros, recibir información que te haga mejor persona, que te ayude a creer, a recuperar confianza.