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Todo acaba. Sin embargo, los finales no siempre son fáciles de aceptar. La exposición de cultura funeraria que acoge el Palacio Cerveró de la Universitat de València (UV) aborda el cese de la vida, "que a pesar de tratarse de un hecho natural, suele conllevar un tratamiento difícil". Así se expresa Josep A. Díaz, director de márketing del grupo Mémora, organismo que junto con la UV y el CSIC organiza La otra cara de la vida. Cultura funeraria ayer y hoy. La muestra, en la ciudad hasta el 31 de agosto, ahonda en el tratamiento de la muerte desde el Paleolítico hasta la actualidad y pretende desmitificar los tabúes alrededor de este suceso.

Más de cien piezas arqueológicas funerarias de carácter original que testimonian la cultura mortuoria del Mediterráneo configuran el muestrario. Enterrar a los difuntos con ajuares posibilita ahora saber más sobre civilizaciones ya desaparecidas.

Desde grupo Mémora explican cómo la conciencia de la muerte y el temor a desaparecer impulsó ya a los Neandertales a realizar rituales fúnebres, los primeros de los que se tiene constancia hoy en día. La muestra recoge algunos de los utensilios utilizados por estos antepasados en la práctica de costumbres ligadas con las creencias religiosas, como un hacha de sílex fechada entre 33.000 y 9.000 años a. C.

En el antiguo Egipto creían en una vida de utratumba y se preparaban para ella. Antes del 1500 a. C. solo a los faraones les estaba permitido participar en el más allá. Pero con la llegada del nuevo imperio el derecho se extendió a toda la población. El cuerpo era cubierto con resinas para preservarlo y se le envolvía con lino. Consideraban que el trabajo se extendía al más allá. Con tal de escaquearse de esta obligación, unas estatuillas acompañaban al difunto en el entierro y les hacían de sirviente. Se llamaban "ushabti" y en una de las vitrinas permanecen dos de ellas, del s. XVI a. C. y localizadas al lado de una máscara de la misma cultura.

Del ritual funerario griego el objeto más curioso, indican en el grupo Mémora, es el alabastrón, un frasco de perfume de uso doméstico convertido en ofrenda. En su interior residía la esencia símbolo de la fecundidad e inmortalidad de espíritu en la que creía el pueblo de la Grecia Antigua. La muestra recoge alabastrones de pasta vítrea púnicos (s. III-II a. C.). Entre los íberos (s. VI-I a. C.), por ejemplo, la incineración era prácticamente universal.

Los vestigios de sociedades precedentes ayudan a comprender estructuras sociales, políticas y económicas de antiguas civilizaciones. En total son cinco los ámbitos históricos que comprende la exposición: Prehistoria, historia antigua, mundo clásico, Península Ibérica y actualidad.