El 22 de julio se cumplieron 40 años de la muerte de Max Aub. Desde su fallecimiento -cuya noticia leí en el diario Ya y en la que se aseguraba que había nacido en Viena-, ha habido muchas ocasiones para que el escritor español, nacido en París y fallecido en México, saliera en los papeles; la última vez, la semana pasada en estas páginas. Alfons García informaba de la reciente publicación de La luz del Guernica, la novela de Baltasar Magro, y destacaba los extremos del proceso de creación del cuadro y la documentación que demuestra "cómo el intelectual valenciano dio un talón de 150.000 francos a Picasso, hecho clave para la propiedad española de la pintura". Hace 75 años Guernica (abril) fue bombardeada y Picasso realizó la obra (mayo-junio).

Hasta el 2 de septiembre, todavía puede verse, en Artium de Vitoria Tiempo y urgencia (Guernica), un proyecto de José Ramón Almondarain que "es una enorme instalación que comprende ocho lienzos de grandes proporciones, un ensayo múltiple sobre el arte, sus límites y funciones, a través de la representación del emblemático cuadro", y Tiempos de urgencias, exposición en la que cuatro artistas españoles "se han puesto en el papel del artista malagueño y han recibido el encargo de realizar un presunto Guernica".

La muestra se completa con El Guernica de Picasso: Historia, Memoria e Interpretaciones, una exposición bibliográfica y documental que propone una aproximación al origen de la obra, sus formas plásticas y su periplo desde la Exposición Universal de 1937 en París hasta su llegada a España en 1981.

En estos momentos, cuatro décadas después de que escribiera su biografía -publicada años más tarde, fallecidos el escritor y Franco-, se cuenta con una bibliografía abundante en torno al autor de La Calle de Valverde. Son fuentes heterogéneas, desparramadas en libros, periódicos y tesis doctorales de procedencia diversa, que -por lo que conozco- se hallan muy poco interrelacionadas por lo que es fácil observar que cada una de ellas adolece de numerosas e importantes ausencias. Propongo al profesor Manuel Aznar Soler, gran estudioso aubiano, que lleve a cabo esa tarea de unificar criterios, de globalizar informaciones.

Jamás hubiese pensado aquella noche de diciembre de 1964 que un autor desconocido por la mayoría de nosotros, iba a contar con tanta atención. Salía entonces del semisótano del Club Universitario, donde el TEU, bajo la dirección de Antonio Díaz Zamora, acababa de representar El celoso y su enamorada. Fue la primera vez que me acerqué al nombre de Max Aub, en un programa de mano que hacía referencia a su vinculación valenciana.