?

A Paco Zarzoso se le encontrará en algún escenario de Valencia de vez en cuando- más ahora gracias a la sala Ultramar en la que anda también metido- pero probablemente mucho más en Madrid, Barcelona o Argentina, donde hace tiempo tiene abierta la puerta. Él es otro caso más de la diáspora por las circunstancias.

Ahora, curiosamente, cuando puede estrenar en Valencia Hilvanando Cielos, el espectáculo coproducido con el Centro Dramático Nacional que llevará en enero a Madrid, lo hace en un teatro al borde del cierre. Pero además le toca a él y a su compañía, Hongaresa de Teatre, convertirse en los protagonistas del último montaje teatral del Talía. Cuando ellos se despidan sólo quedará un musical antes de que caiga definitivamente el telón.

"No es un orgullo cerrar teatros sino todo lo contrario-dice Zarzoso resignado, como toda la profesión, apenas unas horas antes de que suba el telón, sentado en el patio de butacas del coqueto escenario de la Calle Cavallers de Valencia-Cerrar un teatro es como cerrar una casa o un barrio, algo catastrófico que te lleva a preguntarte ¿qué pasa aquí?", dice.

Hilvanando cielos es, como el grueso de su obra-más de veinte producciones con Hongaresa- una mirada social a la realidad, al gran teatro del mundo.

Fue un proyecto que le encargó el Teatro San Martín de Buenos Aires. Allí lo montó con un reparto porteño y estuvo tres meses en cartel. Ahora lo protagonizan cinco profesionales de la escena valenciana: Lola López, Juan Mandli, Carles Sanjaime, Ruth Atienza y Mireia Sobrevela. Ellos componen este puzzle familiar que sabe que va a desaparecer el mundo y pasan a convierten en portavoces inconscientes del Apocalipsis de un mundo que pide a gritos un cambio de rumbo. "Como el de la cultura", añade Zarzoso "al que también le hace falta un apocalipsis para que todo cambie".

"Siempre me han interesado los temas universales y el ser humano. El teatro es el espejo de nuestras profesiones. Es el gran espacio dialéctico donde se puede ver al ser humano dentro de su propia complejidad y hablar de lo que nos preocupa. Y a nosotros como compañía más que la estética nos interesa la ética, mirarnos a nosotros mismos", admite el creador.

Pero lo hace en un momento de convulsión y no sólo en las artes escénicas. "En definitiva, la cultura no es una prioridad, no acaba de ser algo importante para los ciudadanos porque no les interesa. Y si eso sucede es porque esta sociedad está enferma de espíritu".