El cómico y guionista valenciano Antonio López Guitián (Tonino) vuelve a la carga contra los políticos con su participación en una webserie sobre zombis inspirada en la resistencia vecinal del Cabanyal contra el plan urbanístico de la prolongación de Blasco Ibáñez. Guitián, parte de cuyas raíces familiares están en el barrio marinero del Cabanyal, se define como un «valenciano atípico». No se siente profeta en su tierra y apoya los escraches en respuesta a la hipocresía de los políticos.

Guionista, reportero, actor, escritor... ¿con cual de sus facetas profesionales le ha ido mejor?

La de Caiga quien Caiga (CQC) fue una época profesional muy buena. Era un formato de programa televisivo muy novedoso con entrevistas a políticos que daban mucho que hablar. Mantener un programa cuesta mucho igual tienes mucho éxito que de pronto se viene abajo. El teatro es muy agradable y escribir también me resulta satisfactorio. Yo intento hacer cosas que me satisfagan y que me den dinero, que es lo más difícil.

¿Cómo sobrelleva usted la crisis?

Salvo algunos que pueden, nadie lo lleva bien. El sector está muy tocado con la subida del IVA. Ha pasado el boom de las televisiones, por no mencionar el desastre de las cadenas autonómicas, como RTVV y Tele Madrid. Además la tele se ha hecho más conservadora. En Valencia, me muevo en salas pequeñas y en mayo estrenamos en Barcelona la comedia El Refugio. Si va bien me gustaría traerla a Valencia.

¿Está peor Valencia que otras ciudades?

El sector audiovisual en Valencia estaba sostenido por Canal 9 y eso se ha acabado. A diferencia de Madrid, Barcelona y hasta el País Vasco, Valencia no ha sido nada reactiva en los últimos años. El caso de Tele Madrid y RTVV es un ejemplo. En Valencia, se suelen aceptar más las cosas sin protestar, la sociedad es menos reivindicativa y quizas por eso los artistas tenemos más tendencia a salir porque se te valora más fuera. Es una lástima porque hay gente muy válida. Aquí se ha tenido más en cuenta la pela que lo propio, desde lo artístico a la arquitectura.

¿Usted vaticinó en su novela Engaño en el Palacio de las Artes lo que iba a pasar con tanto derroche?

Pues en cierto modo sí. Engaño en el Palacio de las Artes es una novela futurista escrita en 2003 que aventuraba lo que podía pasar como consecuencia del despilfarro, del interés por el dinero rápido y fácil, y el hecho de no tener en cuenta a la sociedad. Luego el vaticinio casi se ha cumplido, incluso en la inundación del Palau.

¿Qué futuro le ve a su ciudad natal?

Tendría que haber muchos cambios sociales. La gente quiere hacer cosas y no encuentra medios ni públicos ni privados. Valencia tuvo un pasado artístico alucinante que ha sido comido por lo vulgar. Incluso el humor y las fiestas se han vuelto más toscos. Creo que hay mucho talento desaprovechado e incomprendido. Valencia tiene un problema de confianza.

Hablando de humor tosco, su parodia de Rita Barberá en La Doña no era precisamente inocente...

No era nada chusca, al contrario de otros espectáculos que se hacen por ahí de Rita Barberá como la serie de zombis que se está grabando ahora donde la alcaldesa aparece como una especie de monstruo. El de la Doña era un personaje trabajado, tenía cosas malas pero también buenas. No era sólo una parodia de Rita Barberá. Yo no quiero encabronar. Lo que me interesa es que la gente piense sobre las cosas.

¿Cuando habla de otros espectáculos se refiere también a Xavi Castillo?

Xavi Castillo hace muy bien la parodia. Coge un personaje y saca sus rasgos más cómicos. Eso no es lo mío, no es mi estilo.

Primero fue la Doña y luego la serie de zombis del Cabanyal ¿Podría pensarse que tiene usted cierta fijación con Rita Barberá?

Lo de Cabañal Z es un cameo, un pequeño papel por el que no cobro nada, como hago otros muchos. Lo que pasa es que la figura de Rita Barberá está muy idealizada, es un ser como intocable y eso me llama mucho la atención. Es un personaje controvertido y creo que ella misma utiliza mucho su personaje. No tengo ningún interés en meterme con ella. Una vez me la encontré en una cena el Ateneo y, no sé si me reconoció, pero me saludó muy cortesmente.

¿Ha sufrido de un modo u otro la censura?

A mí nunca me ha llegado la censura, también es cierto que en Valencia la censura, por ejemplo a los periodistas, es más sorda. La censura es también una manera de ejercer el poder. Yo nunca he dependido de una subvención oficial. Voy por libre.

¿Le haría un escrache a algún político?

El escrache no me parece la mejor solución pero parece ser la única salida que les dejan a todas esas personas que han sido desahuciadas. Es hipócrita decir que los afectados por las hipotecas tienen la vía política cuando se acaba de echar atrás una iniciativa popular para acabar con este problema por el que no hay que olvidar que está muriendo gente. Hasta el Parlamento Europeo les ha dado la razón. El político no es un ser indefenso y su deber es convivir con la gente y sus problemas. No fingir que escuchan y luego hacer lo que quieran. No es comparable el sufrimiento de las familias de las víctimas del escrache con el drama de las familias y niños que se están quedando en la calle.