Los nuevos accesos al Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V por un patio interior que distribuiría a los visitantes y el área dedicada a arqueología, así como la rehabilitación del Pabellón Benlliure para su uso como restaurante y zona de descanso y la reordenación de espacios y urbanización del entorno tendrá que esperar. ¿Cuánto? No se sabe ni el tiempo, ni si finalmente se hará. Al menos, de momento, es difícil de saber.

Las fases del museo a las que el Ayuntamiento de Valencia ha dado licencia de obra por petición del Ministerio de Cultura-hay un error en la documentación aprobada ya que confunde fases-sólo contemplan la rehabilitación del edificio noble, en la actualidad sede de la Academia de Bellas Artes, así como la continuación de la fachada que recae en los Jardines de Viveros con un elemento acristalado y la habilitación de los sótanos existentes para su uso como almacén.

Algo es algo. El coste de esta obra rondará los doce millones de euros y, por lo menos, pondrá fin a múltiples problemas que afectan al edificio como goteras, inundaciones, termitas, humedades y desprendimientos en la fachada principal.

Asimismo, el nuevo núcleo ayudará a una reordenación interna de las salas y facilitará su recorrido. Incorporará y abrirá el Patio del Embajador Vich, cerrado desde hace años por un problema de niveles con el resto del edificio.

Lo más llamativo de este proyecto es que dentro de la actuación en el edificio noble-su segunda planta fue cerrada por goteras y problemas en sus cubiertas-elimina definitivamente la denominada Sala Laporta. Este espacio, que conserva restos arquitectónicos y artesonados de diveros edificios históricos, fue la excusa dada ahora hace más de quince años por el Gobierno del PP durante la etapa de Esperanza Aguirre como ministra de Educación y Cultura, para paralizar una rehabilitación y ampliación que desde entonces ha permanecido atascada y, de paso, apartar de la misma a Manuel Portaceli, en aquel momento en plena vorágine por la rehabilitación del Teatro Romano de Sagunto y coautor del proyecto del San Pío V junto a Álvaro Gómez Ferrer.

Desde entonces se han realizado múltiples modificaciones a un proyecto que ha ido cambiando hasta la redacción definitiva y que iba a ejecutarse dentro de un plan global. Finalmente ha sido acotado por fases.

Con la nueva reestructuración del plan de actuación quedan sin solucionar dos de los principales problemas del museo: su acceso principal desde los Jardines de Viveros y también los problemas de aparcamiento, tanto de visitas particulares como de grupos.

Pero, al mismo tiempo, también está pendiente una permuta de terrenos propiedad del ayuntamiento que imposibilitan cualquier nueva actuación hasta que se llegue a un acuerdo.