«El matrimonio Palavrakis»

Teatro Círculo

De: Angélica Liddell. Int: Betlem Martínez, Miguel Ángel Cantero. Escenografía: Trixi Guttmann, Nef Martínez. Iluminación: Toni Sancho, N. Martínez. Dirección: Beatriz Fariza.

Si tuviera que señalar algunos nombres significativos de las nuevas dramaturgias, elegiría, sin ninguna duda, a Rodrigo García y a Angélica Liddell. Ambos han tenido la osadía de romper esquemas, pero esto lo han hecho ofreciendo una potente y personal teatralidad. El recurso a un lenguaje apocalíptico e incisivo, lírico y atroz, emitido por ejecutantes de un extraño rito, es la seña de identidad de Liddell, que, curiosamente, ha pasado en los últimos años de las catacumbas del teatro alternativo a ser programada en el teatro público, aparte de recibir el Premio Nacional de Literatura Dramática (2012). Y eso que sus textos son duros, a veces exagerados y gratuitos, pero bellamente críticos a una sociedad injusta e inmoral. Como el presente, del que brota la historia de un matrimonio que lleva una vida insustancial en un barrio donde la única distracción consiste en fríos concursos de baile, los cuales pierden sistemáticamente, del mismo modo que el resto de sus empresas vitales, como el nacimiento de una hija a la que, antes, se le pregunta si quiere nacer.

La dirección de Beatriz Fariza enfatiza la intensidad de la obra, sobre todo la interpretación y vivencia de los personajes, cuyos movimientos forman parte de una abstracta coreografía. No obstante, predomina un nivel, digamos intelectual, cuando la obra, opino, precisa de más carnalidad, más juguetes (objetos), más plástica, más conmoción escénica y no sólo interpretativa. En ese sentido no se entiende que la pulida interpretación de Miguel Ángel Cantero y Betlem Martínez „algunos instantes, algunas miradas, de esta actriz son especialmente remarcables„ no termine de contagiar al espectador. Hay más distanciamiento que sangre y obscenidad. Se debiera unir más las turbadoras palabras con imágenes igualmente turbadoras. No obstante, el trabajo está lo suficientemente elaborado como para sumergirse en uno de esos textos que, desgraciadamente, no son habituales en nuestros escenarios.