En este maremágnum informativo „desinformativo sería más exacto„ en el que nos han metido, hay días que aparece una noticia „globo sonda más bien„ para que se anime el maltratado personal: ya se aprecian indicios de recuperación, nos dicen. Y hay quien se lo cree, porque lo cierto es que nuestros mandamases nos dan motivos para ello, tan bien orientados con sus sabios consejeros „cocineros incluidos„ en su decisiones. Tanto es así que he llegado a dudar de que, a este paso, salgamos de ésta, y perdonad mi pesimismo. Porque la recuperación sería como el fin de conflicto bélico: se acabaron las hostilidades, no más recortes, hasta aquí hemos llegado. El paisaje presenta edificios en ruina, muchos vacíos, gente haciendo cola en los puntos no gubernamentales de reparto de alimentos, mayores y pequeños registrando contenedores de basura, bastantes pegados a sus móviles y otras tecnologías, y una porción residual que no cesa en sus gritos de protesta.

Este periódico no ha dejado de denunciar el lamentable panorama en que se está sumiendo el mundo de la cultura. Los recientes artículos de J.R. Seguí constituyen un excelente ejemplo de este periodismo tan necesario en las actuales circunstancias. ¿Se puede hacer una buena gestión cultural cuando la terea se deja en manos de sabios que no son sabios, de asesores que no son asesores? Tienen los votos y, por ello, se creen con derecho a satisfacer el capricho de ocupar el lugar de la gente de la cultura. La comunidad civil, el «ámbito no público, la sociedad de los ciudadanos y sus relaciones y actividades privadas» (según la RAE), está siendo avasallada, todo lo contrario a lo que debería suceder en un sistema democrático.

Puede que, con estas actuaciones, exista un abuso del poder justificado por una grotesca crisis. Es muy posible que se produzca una recuperación. Pero, ¿qué es lo que se recuperará? Se recuperará, que para ello trabajan, el chiringuito capitalista, aunque con un caminar renqueante por el escaso apoyo del consumismo. Lo que no se recuperará será todo ese conjunto de cosas que se había alcanzado y que nos permitió superar el desierto en que estuvimos instalados culturalmente durante varias décadas. Porque „me pregunto„, cuando certifiquen la recuperación, ¿nos dejarán el IVAM al nivel que ha llegado a estar? Y quien habla de un museo de arte contemporáneo, puede hablar también de otros museos, y de cine y de televisión, de teatro, etcétera. Si nos centramos en la parcela de las artes plásticas, «què vos passa, valencians?». La respuesta debe hablar en voz muy baja, a no ser que los profesionales piensen que esto va bien, que todo podría ser, pues el universo artístico siempre ha sido bastante misterioso y ambiguo. Y ahora que nos van a convertir la plaza del Ayuntamiento en el Monmartre de Valencia