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Spiderman, Batman, y ahora Superman. Son solo algunos de los héroes de cómic que han dado el salto a la gran pantalla y que han ayudado a consolidar un género de ficción, que habitualmente lee un 13,5 % de los españoles, según los últimos datos sobre los hábitos de lectura y compra de libros, hechos públicos por el Ministerio de Cultura.

Sin embargo, el cómic español cuenta con su propia historia, bebe de los clásicos estadounidenses pero crea sus propios héroes que hoy en día siguen más vigentes que nunca.

Como explica a Levante-EMV el experto en el género y propietario de la tienda de cómics Futurama de Valencia, Manuel Molero, el origen del cómic español, «según los entendidos» se remonta a 1917 con la aparición de la revista TBO . «Fue el punto de partida de éste nuevo medio en España. De hecho, esta cabecera será el genérico para denominarlo», recuerda Molero.

«Obviando sesudas investigaciones que datan los orígenes de los tebeos en pictogramas prehistóricos, aucas, etcétera... las influencias directas son los periódicos de EE UU con sus tiras cómicas diarias y sus planchas dominicales que luego se recopilaban en otra publicación que entendemos como cómic», continúa el experto.

En su historia, el cómic español tuvo altibajos. «Lógicamente, los años más difíciles para el género fueron durante la contienda civil y los años más o menos inmediatos a ella. La escasez general de todo, incluso de lectores, tanto física como instruidamente, hacía muy difícil la industria del tebeo».

En aquellos años, el héroe del cómic español «viene de EE UU. Flash Gordon, El Hombre Enmascarado,... Pronto las editoriales españolas apuestan también por personajes propios. Pero, sus cualidades son las propias que marca el régimen: patriotismo, religiosidad, militarismo,…», afirma Molero.

No obstante, los cómics sirvieron como válvula de escape de la época para sus lectores. Molero señala que «dada la escasa, por no decir nula, oferta o posibilidad de evasión, en una época muy dura, los tebeos fueron fundamentales para tener una vida mas humana».

Sin embargo, su mejor momento tampoco tardaría en llegar. Los tebeos alcanzaron una difusión y popularidad jamás igualada entre los años que van de finales de los 40 a mediados de los 60. Es la época de Roberto Alcázar y Pedrín, El capitán Trueno o El Guerrero del Antifaz, todas con impronta valenciana. «En todas la disciplinas artísticas o culturales existen obras consideradas clásicas. Imprescindibles. Es el caso de éstas colecciones. Actualmente siguen reeditándose», recuerda el propietario de Futurama.

Estas reediciones traen a los hoy adultos, los héroes de papel de su infancia. Para Molero, el género no distingue edades. «Los cómics eran para todos los públicos. En principio los tebeos de humor iban mas dirigidos a los niños y los de aventuras para un publico mas adulto. Pero, ¿qué niño de la época ademas del TBO o del Jaimito no leía El Guerrero del Antifaz?», se pregunta.

Hoy en día, el cómic actual sigue bebiendo de sus ancestros. «Su influencia ha sido fundamental para todos los amantes del género. En el caso concreto de Valencia la prueba mas evidente fue lo que se vino a llamar ‘segunda escuela valenciana’ de autores que sigue proyectándose actualmente», recuerda Manuel Molero.

Y con estas influencias, Molero mira al futuro y asegura que el camino del cómic actual tiende a la «globalización». «Los trabajos que se hacen en cualquier parte del mundo llegan rápidamente a todas partes. Esto propicia, paradójicamente, a la vez un a diversidad e individualización extraordinarias».